Hace algún tiempo, mientras revisaba mi cuenta de Facebook, vi una imagen (meme) que hacía referencia a que el fin de semana pasaba tan rápido que uno no se daba cuenta, decía “Abrí los ojos y era viernes, los cerré por un momento y era lunes”
Lo mismo podríamos decir de este año que pasó tan rápido, entonces nuestra frase sería:
“Abrí los ojos y era enero, los cerré y ya estaba en diciembre”
Estamos a unas cuantas semanas de culminar un año, las labores en los centros de estudio están llegando a su fin; las calles, plazas y casas se visten de luces para recibir las fiestas de fin de año.
No sólo debemos prepararnos para recibir el año que viene sino que es tiempo de evaluar nuestros logros y desaciertos, de manera que podamos planear el 2019 en base a lo aprendido en este año.
Si bien no es obligatorio autoevaluarnos, sí es necesario hacerlo y más aún para nuestra vida espiritual.
“Reflexionemos seriamente en nuestra conducta, y volvamos nuevamente al Señor.”Lamentaciones 3:40 (NTV)
Solamente una reflexión sincera sobre nuestra vida nos permitirá ver nuestra actual condición, para así procurar crecer y no permanecer en el error.
Por naturaleza, el ser humano trata de esconder sus errores y rechaza cualquier tipo de observación o crítica con respecto a su conducta y acciones, pero para crecer es necesario evaluar y admitir si uno está fallando, por ello es que debemos decirle siempre a Dios “Dime, ¿qué he hecho mal? Muéstrame mi rebelión y mi pecado.” Job 13:23 (NTV)
Hoy quiero animarte a tomarte un tiempo para analizar y evaluar tu vida espiritual, lo que hiciste y no hiciste, hacerlo te permitirá identificar tus falencias para trabajar en ellas y superarlas.
Por Judith Quisbert
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