Salmos 68.6 NTV Dios ubica a los solitarios en familias; pone en libertad a los prisioneros y los llena de alegría. Pero a los rebeldes los hace vivir en una tierra abrasada por el sol.
Los problemas y el carácter personal son ingredientes para que algunas personas sufran de depresión, no es algo que compras en el supermercado o en la tienda del barrio, ni aunque estuviera en oferta especial o te lo regalaran te lo llevarías; es algo que permites ingresar en tu vida y que agrava la situación por la que atraviesas sino tomas en cuenta a Dios, quien te brinda esperanza y te aparta de la soledad.
Un solitario vive alejado de las demás personas, luchando por su cuenta, aferrado a la esperanza de tener un futuro mejor; pero cuando las cosas comienzan a salir mal sufre de una desoladora frustración que lo lleva a toma malas decisiones, allí es cuando la depresión ataca y esa persona no debe estar sola por el riesgo que puede correr su integridad física, necesita ayuda.
La amistad y el compañerismo pueden ayudar a que la persona se sienta querida y que pertenece a un lugar. La iglesia es como un hospital donde los solitarios pueden sanar, un hogar lleno de personas que buscan conocer de Jesucristo y que pueden ser un instrumento del Señor para restaurar vidas.
Puede ser que por motivos de fuerza mayor te hayas separado de tu familia o no tengas una hasta el momento, date una oportunidad, alza tu voz, vamos no te quedes solo, no dejes que el tiempo pase así; hay congregaciones que tienen sus puertas abiertas para ti, encontrarás una nueva familia y amistades con las cuales tendrás increíbles aventuras y momentos inolvidables, dile no a la depresión instantánea.
Por Carlos E. Encinas
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