Estamos constituidos de tal manera que los sentimientos y emociones juegan en nosotros un papel predominante. Uno de los más grandes problemas de nuestra vida en este mundo y no solo para los cristianos sino para toda la gente, es el adecuado control de cada uno de ellos, puesto que muchas personas son propensas a dejarse llevar por lo que sienten en un momento determinado; incluso aún después de su conversión tienen que seguir batallando con tal condición.
Creo que todos los cristianos en algún momento mencionaron no sentirse bien, o dijeron que están tristes, pero lo curioso de esto es que “Cristiano y Depresión” son palabras totalmente opuestas, y ni siquiera ellos mismos pueden explicar porque están con ese estado de ánimo. Lo que nadie puede negar es que: ¡Todos tienen una experiencia particular con sus emociones!
Muchos pueden estar muy felices un día y al siguiente con otro estado de ánimo, porque lo que más varía en nuestras vidas son las emociones y sentimientos y todos corremos el riego de que ellos nos controlen. Los sentimientos siempre están buscando controlarnos, y a menos que nos demos cuenta de esto lo conseguirán.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”. Salmos 42:5 (RVR 1960)
Si permitimos que ellos nos controlen habremos perdido la batalla, por tanto, debemos hacer lo que hizo el Rey David, él se alentó así mismo, habló consigo mismo y dijo: ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza. No debemos dar lugar a que los sentimientos nos dominen más bien debemos decir, “es verdad, no tengo ganas; pero con o sin sentimientos, yo obedeceré la Palabra de Dios y en ella pondré mi confianza, venga lo que venga en ella confiaré”.
Muchos se encuentran caminando en la tormenta, pero siguen adelante, no se sientan a compadecerse de sí mismos y esa es la diferencia de un hijo de Dios, que avanza a pesar de lo que enfrenta. ¡Aunque en ese momento no ve el rostro de su Señor, sabe que Él está allí y por lo tanto sigue adelante! “Paciencia y Confianza” ese es el camino.
Digámonos a nosotros mismos: ¡No tengo tiempo para preocuparme por mis sentimientos, debo avanzar aunque sea fuerte la prueba que esté atravesando!
Robert Lora
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