En el libro de Jonás encontramos el relato de las diversas situaciones que atravesó este profeta en su intento por desatender la instrucción que recibió de Dios, hasta el momento en que se sienta en las afueras de Nínive para ver lo que sucedería con la ciudad.

“Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera. 7 Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó. 8 Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida. 9 Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte.” Jonás 4:6-9 (RVR1960).

En este texto podemos ver que el profeta se alegra grandemente por una planta que creció para cubrirlo del sol, y cuando esta se secó, su enojo fue tal que aseveró “hasta la muerte”.

Si bien, la planta le fue de ayuda, no duró mucho y provocó que el enojo previo del profeta creciera aún más, mostrando así que la planta tenía más valía ante sus ojos que los habitantes de Nínive. Este ejemplo nos lleva a reflexionar sobre lo que para nosotros es importante, ¿qué valoramos más, las cosas materiales y perecederas o aquello que muchas veces es inmaterial, pero por demás importante?

Si lo llevamos a nuestra vida diaria, ¿qué cosas vendrían a ser las que cobran mayor importancia, situaciones cotidianas que deben realizarse, y que efectivamente requieren tiempo, o aquellas que sabemos que son de provecho para nuestra vida espiritual?

A veces nos dejamos llevar por lo cotidiano y perecedero y olvidamos que lo importante radica en buscar primero el reino de Dios, lo que implica trabajar en tener una estrecha relación con Él y compartir con otras personas el mensaje de salvación.

Recordemos que somos el medio por el cual el Señor muestra Su amor a este mundo que está tan carente, no dejemos que nuestras preocupaciones o afanes diarios nos lleven a olvidar la responsabilidad que tenemos de dar a conocer el amor de Dios para la humanidad.

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15 (RVR1960).

Consideremos que no es necesario salir de nuestro país, en la mayoría de los casos nuestros vecinos e incluso nuestra propia familia es a quien debemos alcanzar.

Por Cesia Serna