Muchos hemos tenido a Dios como llamada de emergencia por mucho tiempo antes de llegar a conocerlo bien. Lo más hermoso de esto es que en esos tiempos de necesidad, Él siempre ha estado. Jamás nos falla. Es tan fiel.

Por eso, una vez que le llegamos a conocer bien y tener una leve visión del gran amor que ha tenido por nosotros desde siempre, ¡aun siendo tan imperfectos! Amor hasta por quienes le llevaron a la muerte más vergonzosa y dolorosa. Al entender realmente todo eso, entablamos una cercana relación con Él y no queremos que se dañe esa amistad.

Dios es tan maravilloso que siempre, siempre está para quien le busque. Es caballeroso, eso sí. Jamás se impone. Y se nos hace difícil muchas veces explicar esa compañía maravillosa que tenemos en los momentos de más angustia, en esos días que nos sentimos ahogados por problemas de esta vida. No importa si no lo vemos o lo sentimos, podemos tener la certeza de que está ahí.

Si te sientes agobiado por las circunstancias, solo menciona Su nombre, ese nombre que es sobre todo nombre: Jesús, y háblale, pídele que te acompañe y te permita disfrutar de Su presencia, Su compañía, de esa paz que sobrepasa entendimiento. Dile que quieres tener Su amistad, ábrele tu corazón. Va a ser la mejor decisión de tu vida. Habla con Él. Siempre estará ahí para ti.

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aún allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Salmos 139:7-10 (RVR1960)

CVCLAVOZ.