A un niño al que le gustaban las plantas, le regalaron la semilla de una flor de luna, la plantó y cuidó, esperando ansioso poder verla florecer. Pasó el tiempo y vio que brotaba una rama pequeña y delicada, entonces el niño la arrancó y la puso en un vaso con agua esperando que brotara la flor pensando que ya era su tiempo, pero la rama murió.

Al igual que este niño que no pudo esperar para ver la flor, muchos actuamos de la misma manera, caemos en desesperación y angustia cuando las cosas no están sucediendo como queremos y en el tiempo que planeamos y dejamos que la frustración y la ira nos invadan, llegando incluso a dudar de Dios y de su existencia.

El ritmo que lleva este mundo, impulsa al ser humano a buscar los medios para saciar el deseo que tiene, sin importar el tiempo o si está preparado para recibir lo que anhela.

El apóstol Pablo nos enseña acerca del valor de esperar, “Por lo tanto, no desechen la firme confianza que tienen en el Señor. ¡Tengan presente la gran recompensa que les traerá! Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora para seguir haciendo la voluntad de Dios. Entonces recibirán todo lo que él ha prometido” Hebreos 10:35-36 (NTV).

¡Qué difícil es esperar! hoy varias personas caen en la desesperación por tener un compañero de vida, una casa, estabilidad económica, hijos, profesión, etc. y corren presurosos para alcanzar aquello que sueñan, sin importar lo que pueden perder en el trayecto a su objetivo.

Cuando la desesperación toma el control puede causar grandes e irremediables daños a uno mismo y a las personas que uno ama; Dios conoce cada anhelo y sueño que sus hijos tienen y como buen Padre desea complacerlos y darles mucho más de lo que imaginan, pero es necesario esperar para ver su obra.

¡Si la confianza está en Dios, no existe lo inmediato, sino el momento justo!

La paciencia es necesaria si realmente uno desea tener una vida plena; todos tenemos anhelos, metas y sueños que necesitan tiempo, algunos más de lo que planeamos, pero esperar es muestra de confianza en Dios.

Él promete recompensar tu paciencia “(…) Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman” 1 Corintios 2:9 (NTV)

El período de espera es un tiempo de preparación para recibir lo que anhelas, no procures lo inmediato, camina en el tiempo de Dios y da pasos según su ritmo.

¡Esperar traerá su recompensa!

Por Judith Quisbert