Algunos dicen que usted necesita «dar hasta que le duela». No lo crea. Dios no quiere regalos dados con sufrimiento. ¡El quiere regalos dados con regocijo! En efecto, esas son las únicas dádivas que a Él le agradan. Por eso añadió su promesa de abundancia a su mandato de dar con alegría.

Los dos principios están conectados.

Ofrenda gozosa con plenitud de fe y regocijante: esa es la llave que abre la tesorería de Dios. ¿Ha visto a un grupo de personas dar de esa manera? Yo lo he visto. Nunca lo olvidaré.

Hace unos años estaba en un campamento cuando el tiempo de la ofrenda se volvió en una celebración sobrenatural y espontánea. Ken cantaba «Echa tu pan sobre las aguas», y la gente danzaba por los pasillos mientras venían para dar su dinero. El gozo en ese lugar fue maravilloso. Grandes sanidades y milagros sucedieron esa noche. Pero lo que más me impresionó fue la forma alegre y divertida en que la gente trajo sus ofrendas a Dios. La ofrenda no era extraída de ellos como cuando un dentista extrae una muela, sino que la dieron alegremente.

El concepto de «dar hasta que le duela» no proviene de Dios. El prefiere que usted le dé diez dólares con esa clase de regocijo que veinte con dolor. En 2 Corintios 8:11-12, el apóstol Pablo insta a la iglesia de Corinto a dar con voluntad dispuesta. Voluntad dispuesta:

¡eso es lo que Dios busca! Si no ha dado de esa manera en el pasado, tome la decisión firme de comenzar a hacerlo. Arrepiéntase de las veces en que ha dado de mala gana. Luego pase un tiempo especial en oración con Dios y su Palabra, para que cuando la próxima vez que ofrende, lo haga con corazón dispuesto.

Olvídese del «dolor» de dar. Sea un dador alegre, gozoso y dispuesto; y, créame, ¡sus bendiciones abundarán!

2 Corintios 9:7,8: «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra».

Escrito por Gloria Copeland de mensajesalentadores