La gente necesita estar diariamente delante de Dios, buscándolo en una vida devocional que conduzca a un estilo de vida de permanecer en Jesús. Nadie nunca ha influido en el mundo alrededor de la gente para la gloria de Dios, sin la intervención de Dios.
No podemos vivir sin Dios. Lo decimos con profundo temor y temblor. Si no pasamos tiempo en oración y la Palabra cada día, no funcionaremos correctamente. Yo (Jimmy) solía decir en broma: “Si me olvido un día, me pongo un poco intratable.
Si me olvido dos días, me pongo ruin. Si me olvido tres días, puedo cometer casi cualquier pecado bajo el sol”. Aunque yo decía esto solo para probar un punto, hoy lo creo hasta la médula de mi ser. No tengo que comer. No tengo que dormir. No tengo que tener un trabajo o amigos. Pero tengo que tener a Dios.
La mayoría de nosotros no sentimos que necesitamos tanto a Dios. Si usted no se siente obligado a estar en la presencia de Dios por necesidad, entonces, hágalo por elección.
Escoja tomar decisiones para tratar de aprender en el camino. Y mientras el viaje continúa, Dios le ayudará a reconocer su necesidad de Él. Si nosotros, como Iglesia, no estamos encontrándonos con Dios, meditando y digiriendo su verdad, estaremos débiles y anémicos, y esa gloriosa Iglesia que estamos llamados a ser nunca se verá.
Siendo estudiante universitario, me invitaron a almorzar a casa de Robert Ewing. Robert había sido sanado de la tartamudez siendo adolescente y tenía un llamado apostólico. Él invitaba estudiantes a su casa y les contaba historias sobre la obra de Dios en todo el mundo. Lo fascinante de Robert era que estar en su presencia era como estar en la presencia del Señor. Él era un hombre soltero de sesenta años de edad que había elegido pertenecer completamente a Dios.
A veces no podía entender las enseñanzas profundas de Robert, pero había algo en su intimidad con Dios que me atrajo hacia él. Yo le pregunté: “Robert, ¿cómo amas tanto a Jesús? ¿Cómo vives una vida tan pura y llevas la presencia del Señor, tan maravillosamente?”.
Robert respondió: “En primer lugar, Jimmy, tienes que entender que no soy yo, sino Dios obrando en mí. Durante los últimos cuarenta años, he comenzado mis días meditando en la Escritura acerca de la cruz”. Él compartió conmigo Isaías 53, Hebreos 9 y 10 y el Salmo 103. Robert me dijo: “Medito en la cruz todos los días y me identifico con ella.
Arrojo mis preocupaciones y angustias en la persona de Cristo, y luego sigo con mi día y camino con el Señor. Al final del día, vengo a la cruz de nuevo y alivio los dolores y las luchas del día. Me despierto en la cruz y me voy a dormir en la cruz. Esa es la forma de vivir libre en el amor. Así es como permaneces siendo puro y santo delante de Dios”.
Esa verdad transformó mi vida. El cristianismo no debe estar resumido en ejercicios y principios religiosos, sino en la persona de Jesucristo. Empecé a meditar todos los días en los pasajes acerca del Dios todopoderoso, la persona de Jesús y el Espíritu Santo. Todavía es mi costumbre hoy en día, años después, vivir y dormir en la cruz diariamente. Esta práctica me ha permitido experimentar la libertad, el gozo y la gracia a través de pruebas y luchas. Más que todo, me ha mantenido centrado a pesar de vivir en un mundo que me hala en cientos de diferentes direcciones.
Esta debe ser nuestra meta en la vida. Cristo debe ser el único que nos consuma y, por ende, seguimos sus órdenes para su gloria. Hemos encontrado que la intimidad con Dios es el eje sobre el que giran todos los temas de la vida. Si estamos conectados de todo corazón con Dios, entonces somos capaces de vivir en su presencia y alcanzar aquello para lo que fuimos creados. Sin él, somos verdaderamente nada.
Robert lo describió de esta manera: la persona de Cristo debe estar siempre en primer lugar en nuestras vidas, los propósitos de Cristo deben ser el resultado natural de esa devoción, los proyectos de Cristo son la expresión práctica de su voluntad. Persona, luego propósito, entonces proyectos. Si esas prioridades alguna vez se salen de orden, entonces perderemos el corazón de Dios en el camino.
Así que, para mantener a Jesús en primer lugar en nuestras vidas, hemos alentado a nuestra gente para que se comprometan a buscar a Dios en la Palabra, la adoración y la oración, antes de hacer cualquier otra cosa cada mañana. Creemos que haciendo esto primero, nos mantendremos enamorados de Jesús, capaces de trabajar desde un lugar de gracia y alimentados con la fuerza, energía, sabiduría y consejo que necesitamos para seguir en todo lo que Dios tiene para nosotros.
Cuando yo (Larry) era un joven creyente en Cristo, reuniéndome con el grupo de jóvenes menonitas para estudiar la Biblia, me encantaba ir a la casa de Kathryn con otros jóvenes. Kathryn era una señora mayor menonita que realmente me intrigaba. Ella era una madre soltera que vivía sola con su hija adulta, quien tenía necesidades especiales. Ella nunca hablaba de ello, pero todos sabíamos que su marido la había dejado hacía unos años atrás, inmediatamente después de que su hija nació con síndrome de Down.
Kathryn estaba tan enamorada de Jesús.
Podías, literalmente, sentir la presencia de Dios en su casa. Le encantaba pasar tiempo a solas con el Señor cada día y había aprendido a practicar su presencia. Él se había convertido en su esposo. Ella tenía una relación íntima con Él. Kathryn estaba totalmente completa en su relación con Jesús. No tenía la menor falta en su vida. Cuando miles de jóvenes se reunieron en un campo abierto en la década del setenta en Pennsylvania para los primeros “Encuentros con Jesús” durante el Jesus Movement (Movimiento de Jesús), Kathryn estaba allí en medio de ellos, adorando a su Señor.
Ella tuvo un profundo impacto en mi vida y en muchos de los de nuestro grupo de jóvenes de estudio bíblico. Ella había aprendido a tener una relación íntima con el Señor y cuando estabas en presencia de ella, se sentía como si estuvieras en la presencia de Jesús mismo. Dios me estaba enseñando a través de esta mujer piadosa que habitar en su presencia todas las mañanas es donde todo comienza.
Unos años más tarde, mi esposa y yo ayudamos a iniciar un ministerio juvenil para alcanzar a los adolescentes marginados, en una comunidad cerca de nuestra casa en Pennsylvania. Llamamos a este ministerio “Perdidos, pero encontrados”. Cuando jóvenes con problemas venían a la fe en Cristo, comenzábamos a enseñarles la importancia de pasar tiempo diario con Dios, orando y leyendo su Palabra hasta llegar a conocerlo como un amigo. El valor de amar a Jesús es donde todo comienza. Queremos pasar tiempo con nuestros seres queridos.
Y ahora, muchos años después, lo que es emocionante y excitante de este valor no es solo ver a nuestra propia gente comprometerse con Dios y ser transformados a través de pasar tiempo a solas con Él todos los días. A medida que hemos viajado por las naciones del mundo, hemos pasado este valor a los que hemos llevado a Cristo y discipulado. Los líderes de las naciones están exhortando a su propio pueblo a buscar a Dios temprano en la mañana y desarrollar una relación de amor con Él.
Cuando nos reunimos con estos líderes, es tan impresionante verlos pasar horas al comienzo de su día en oración y en la Palabra. Esta sencilla verdad ha cambiado nuestras vidas y continúa cambiando vidas en todo el mundo.
Jimmy Seibert & Larry Kreider