Seguramente ya empezaste a revisar tu lista de planes de este año, viste qué objetivos alcanzaste y aquellos que no, ya sabes cuáles pasarán a la lista del próximo año y cuáles quedarán descartados por completo. Lo más probable es que también ya tengas nuevas metas y cosas que te gustarían realizar el próximo año.
Sin embargo, antes de que sigas aumentado cosas a tu lista, me gustaría compartir una muy breve historia contigo.
Cierta señora se acercó a su pastor y le dijo: Explíqueme, ¿qué quiere usted decir cuando habla de completa consagración?
Por toda respuesta el pastor le extendió una hoja blanca y le dijo: Es como si usted firmara esto, tal como está, y lo entregara a Dios para que lo llene según su voluntad.
Humanamente podemos hacer miles de planes para el año que empezará en unos días, pero solamente tendremos éxito si consagramos nuestras vidas y el año venidero a Dios, porque sus planes son siempre mejores que los nuestros y su bendición no añade tristeza.
“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11 (NTV)
Esto no quiere decir que te sientes a esperar, debes trabajar por alcanzar tus metas, por lograr tus objetivos porque Dios bendice la mano diligente y trabajadora; pero antes de que este año termine, reserva un tiempo para hablar con Dios, para agradecerle por las cosas buenas y malas que pudiste vivir este año, para presentarle tus planes y permitir que Él te dirija y te muestre su voluntad, para pedirle sabiduría para las decisiones que tomarás.
Entrégale tu vida y el año nuevo para que todo lo que emprendas sea bendecido. ¡Confía en sus promesas y en sus planes de bien para ti!
CVCLAVOZ
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