En la Navidad, la mayoría de celebraciones se dan en torno al nacimiento de Jesús. Sin embargo, Su nacimiento no es el evento más importante de su venida al mundo. Juan 3:16-18 nos dice que Dios envió a Su Hijo como  un regalo para que seamos salvos, es decir, que toda la vida de Jesús es relevante para nosotros, no sólo su nacimiento.

Jesús vino con el fin de morir por nuestros pecados, pero ¿qué hubiera pasado si a último minuto hubiese desistido? La Biblia nos dice que antes de su muerte estaba entristecido y angustiado en gran manera e incluso oró para que Dios le librara de la muerte (Lucas 22:39-46; Mateo 26.36-46; Marcos 14.32-42). No obstante, no permitió que su tristeza fuera mayor a su propósito y declaró: «no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Es así como aceptó su misión, murió crucificado y resucitó al tercer día.

El nacimiento de Jesús no es el único evento que debemos celebrar en Navidad y el resto del año. Sino que cada día debemos recordar que tenemos esperanza y salvación gracias a Jesús. Una forma de mostrar agradecimiento es practicando sus enseñanzas y compartiendo nuestra fe con los demás. Hoy en día no hay excusas para no hacerlo, ya que se puede lograr incluso a través de las redes sociales. 

Lo que importa es que en estas fechas el nacimiento de Jesús no debe ser lo único relevante, sino sus obras, sus enseñanzas, su muerte y su resurrección. Ese es el mensaje que debemos compartir con otros.

No fueron los clavos en sus manos y pies los que sostuvieron a Jesús en la cruz; fue su amor por ti.

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