Esteban, era un contador muy capaz y trabajador.  Un día su jefe lo llamó y le dijo: necesito que me acompañes a hacer unas compras. El joven contador quedó sorprendido,  ya que lo que le pedía no tenía nada que ver con sus tareas, sin embargo decidió cooperar con agrado.

Hicieron varias compras, cargaron la camioneta de su jefe y al subir Esteban vio unos cuantos billetes de $ 100, tirados en el piso.  Los levantó y dirigiéndose a su jefe, le dijo: señor encontré este dinero, tiene que ser suyo. A la semana el jefe, volvió a llamar a Esteban, pero esta vez,  para ofrecerle un nuevo puesto, se trataba de un cargo de mucha mas responsabilidad, consistía en convertirse en su mano derecha, su hombre de confianza.

 El jefe, cansado de haber sido estafado por diferentes profesionales, buscaba ahora una persona íntegra en quien poder confiar.  La salida de compras solo fue una prueba de honestidad.  Otros empleados, también tuvieron la oportunidad, pero al ser puesta a prueba su integridad,  fallaron y por lo tanto quedaron en el camino.

La Biblia nos cuenta que José era el mayordomo de la casa de Potifar, él estaba encargado de administrar todo lo que tenía su amo. José podía haberle robado, abusado de su confianza, pero lejos de eso José fue un hombre honesto e íntegro, al punto de rechazar las insinuaciones de la esposa de Potifar. El se mantuvo fiel no solo a su amo, sino que fundamentalmente a Dios, quien todo lo ve. Por eso llegó el momento en que Dios lo recompensó ocupando el  cargo de gobernador de Egipto.

Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:21

Un hombre íntegro, puede ser puesto en una posición de autoridad sin peligro de que la corrupción haga mella en su carácter.

¿Has pasado por la prueba de la integridad? ¿ Cómo te fue? En caso de que hubieras fallado siempre tienes abierta la posibilidad de ponerte a cuenta con Dios, pidiendo perdón por la falta de integridad.  A Dios le agrada que sus hijos sean santos al igual que Él.

“Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. 1Pedro 1:14-15

Lourdes Villarroel / CVCLAVOZ