Se acercaba el anochecer y junto con él las luces comenzaron a encenderse en las calles, en las casas y las tiendas del mercado; esto era emocionante para dos niñas que anhelaban armar un pino en casa, aún frente a la imposibilidad económica en la que se encontraban y la denegación del permiso de su padre, quien lo consideraba un gasto insulso, pero eso no las limitó para hacer una navidad diferente.

Siempre soñaron con una cena de noche buena en una mesa que parecía interminable por el gran número de personas que conformaba su familia, todos los niños se sentaban felices porque después de la cena correrían bajo el árbol para abrir los regalos que tendrían su nombre. Era una alegría pensar que sus padres estarían juntos y felices de compartir un tiempo con sus invitados y por supuesto con sus hijas. Era una noche perfecta porque frente al calor de la chimenea estaban todos gozosos con canciones que alegraban sus vidas. Pero esto sólo era parte de la imaginación de dos pequeñas que con ansias anhelaban hacerlo realidad.

Al compartir estos deseos las dos pequeñas se pusieron de acuerdo para conseguir un árbol, mientras una buscaba los adornos la otra el pino; esta última  al cabo de una  hora halló uno que no pasaba de los 50 centímetros, porque se lo había regalado la  señora de la tienda, quien podaba el suyo para ponerlo a la venta, al juntar las ramas muy contenta fue al encuentro con su hermana para darle la buena noticia de que había encontrado el árbol perfecto.

Al parecer no había nada que las detuviera y su felicidad era interminable. Cuando  sus padres llegaron  a casa no tenían idea de lo que sus hijas planeaban, por el cansancio que ellos sentían se fueron pronto a dormir.  ¡Esa fue una gran noticia para ellas!, porque mientras ellos descansaban, las niñas trabajan en su plan. Reunieron todo lo que pudieron comprar para su árbol de navidad y al terminar de armarlo y encender los foquitos, se quedaron contemplándolo por horas, era su primera navidad frente a un arbolito y sabían que su Salvador estaría junto a ellas aunque sus padres no lo conocían.

Son muchas las familias que no tienen la posibilidad para hacer una cena de noche buena; cuántos niños sueñan con un árbol de navidad, con regalos, pero más allá de ello con tener a su familia unida para compartir estos momentos. Pero también hay quienes toman estas fechas para botar la casa por la ventana, hacer locuras y hasta tomar decisiones de las cuales después se arrepentirán.

Quizá eres de los que tienen la posibilidad de hacer una gran cena o tal vez no, pero hoy te invito a que en esta Navidad compartas con alguien el mejor regalo que cualquiera pudiera recibir, a Cristo en el corazón, porque sólo así podremos apreciar el verdadero significado de la NAVIDAD.

 “Pues nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado; el gobierno descansará sobre sus hombros, y será llamado: Consejero Maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Su gobierno y la paz nunca tendrán fin. Reinará con imparcialidad y justicia desde el trono de su antepasado David por toda la eternidad. ¡El ferviente compromiso del Señor de los Ejércitos Celestiales hará que esto suceda!” Mateo 1:18-25 (PDT)

Por Ruth Mamani