Quisiera compartir una verdad con usted. Hagamos lo que hagamos usted y yo, aun en secreto, Dios lo ha registrado. No va a olvidarlo. Vendrá el día en que nuestras buenas obras serán puestas de manifiesto.

Cada oración que hemos elevado, cada vez que nos hemos sometido a la autoridad cuando queríamos rebelarnos, cada ocasión en que confesamos la Palabra de Dios cuando nuestras emociones nos gritaban que dijéramos cosas negativas: cada acto de obediencia está registrado y será recompensado. Cada vez que asumimos nuestra posición de fe, adoración, y nos mantuvimos confesando lo bueno, cada vez que ofrecimos a Dios sacrificio de alabanza, Dios lo recuerda.

Él no olvida las cosas que hemos hecho bien. Las tiene registradas en su libro de hechos memorables, como leemos en Hebreos 6:10: “Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y el amor que, para su gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo”.

Mardoqueo había hecho algunas buenas obras, pero sin hacer mucho ruido al respecto. Las había hecho en secreto, como para el Señor. La Palabra enseña que cuando hacemos buenas obras, no debemos dejar que nuestra mano izquierda sepa lo que hace la derecha (Mateo 6:3,4). Esto significa que deberíamos hacer lo que sentimos que Dios nos está guiando a hacer, hacerlo para su gloria, y luego olvidarlo y seguir con nuestros asuntos.

No significa darnos una palmadita en la espalda o decir a los demás lo que hemos hecho, sino simplemente saber que nuestra recompensa vendrá de Dios a su debido tiempo. En el momento exacto de Dios, Él recompensó a Mardoqueo (vea Ester 6:1.3), y puede estar seguro de que hará lo mismo con usted.