El rey les respondió con dureza, pues el rey Roboam había menospreciado el consejo de los ancianos, y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre hizo pesado vuestro yugo, pero yo lo haré más pesado; mi padre os castigó con látigos, pero yo os castigaré con escorpiones. 2 Crónicas 10:13-14  

El texto que aparece más arriba describe la causa inicial de la rebelión de una parte del pueblo hebreo en contra del hijo de Salomón, Roboam, debido a la fuerte carga impositiva que su padre le había dejado a la población,  resultado de los múltiples gastos del reino. Roboam ignoró el consejo de los ancianos que asistían a su padre, y en su lugar escuchó la voz de la inexperiencia de los consejeros jóvenes, aumentando así los impuestos que hasta ese momento la población había pagado. Con esto podemos ver que ciertamente gobernar un pueblo requiere de sabiduría, y esa sabiduría descansa en una multitud de consejeros (Proverbios 15:22). Traemos esto a colación en vista de la reforma fiscal que acaba de ser aprobada por el congreso dominicano, en una sesión que lamentablemente se caracterizó por su falta de organización y respeto a los derechos del ciudadano.

El sistema tributario de cualquier nación es un problema complejo, pero no cabe duda de que todas las naciones necesitan de una carga impositiva para que sus gobiernos puedan funcionar adecuadamente. En eso creo que la gran mayoría estará de acuerdo. Los problemas comienzan a surgir cuando aparece la necesidad de aumentar los impuestos debido a gastos excesivos de la administración pública, pasada y/o presente. En otros casos, como resulta ser en muchas de las naciones latinoamericanas, la estructura administrativa es altamente ineficiente en obtener los impuestos directos, provenientes de salarios y producción en general. Esto crea una práctica de evasión de impuestos bastante alta, que muchas veces resulta entonces en impuestos indirectos; como el llamado ITBIS de nuestra nación, impuestos a los combustibles y a las telecomunicaciones, entre otros. Como podemos ver, tanto el mal manejo de un gobierno con gastos excesivos y superfluos, como la evasión de impuestos de parte de sus ciudadanos, termina creando la necesidad de aumentar impuestos de este tipo. La forma final de impuestos de un pueblo es el reflejo del manejo responsable de gobernantes y gobernados.

En relación a la reforma fiscal actual, pudiéramos hacer varias observaciones:

1) Desde el año 2000, la nación ha experimentado 9 reformas fiscales. A pesar de todas estas reformas, la presión fiscal, que resulta de dividir el total de ingresos fiscales entre el PIB, se ha ubicado año tras año alrededor del 13.5%. Sólo ha habido excepciones temporales en aquellos años inmediatamente posteriores a la implementación de dichos cambios tributarios (1). En otras palabras, 9 reformas fiscales no mejoraron en lo absoluto el promedio de ingresos fiscales que el gobierno ha obtenido.

2) Si bien es cierto que el pueblo termina pagando vía impuestos las deudas acumuladas, lo penoso es que una y otra vez los agentes culpables de dichas deudas permanecen impunes. El pueblo pudiera tolerar mejor nuevas cargas si hubiera una respuesta judicial justa hacia aquellos que originaron el problema en el primer lugar.

3) De la misma manera, si el pueblo conociera de una forma más transparente la política y la práctica del gasto público, con toda probabilidad pudiera ser más paciente cuando estos procesos surgen.

4) La nación dominicana tiene un déficit en el pago de la energía eléctrica de unos 1200 millones de dólares; pero no podemos olvidar que una gran parte de su déficit se debe a un sector grande de la población que no paga energía eléctrica. Por tanto, una vez más, el pueblo tiene una cuota de responsabilidad en el aumento de los impuestos.

5) Cuando un candidato hace promesas de disminución de impuestos y luego no logra cumplirla, eso tiende a irritar a la población, que se siente engañada aun cuando no haya sido esa la intención del candidato. Cuando ésto ocurre, es necesario que el mandatario explique con transparencia la causa que le ha imposibilitado cumplir con su promesa, con lo cual el pueblo pudiera continuar confiando en su mandato.

La realidad actual es que hay un déficit de un poco menos de 200 mil millones de pesos; y todo gobierno necesita dinero para operar. Surge la pregunta : ¿Cuál sería la forma más justa del gobierno obtener los fondos necesarios para su funcionamiento, que resulte por consiguiente en el menor peso sobre la población? Estas reformas deben realizarse de una manera que no se proteja los intereses de los sectores privilegiados, a costa de cargar a la clase media con el mayor peso. No podemos olvidar que en todas las sociedades la clase media es el amortiguador de los procesos sociales; el debilitamiento de este sector sin lugar a dudas terminaría produciendo mayor inestabilidad en nuestra sociedad.

Y entonces, ¿Qué hacemos?

En primer lugar, quisiéramos recordar a los gobernantes de turno que ellos son agentes bajo la autoridad de Dios, y que por tanto, independientemente de las medidas que tomen, siempre tendrán que dar cuenta ante Dios de su manejo; no solamente de los recursos económicos, sino también del proceso judicial de toda la nación. No cuestionamos el deseo noble de la presidencia actual de mejorar las condiciones del país. Aún más, aplaudimos muchas de las medidas iniciales, que tienden a cortar el gasto público, llegando incluso a subastar vehículos de lujo, que no sólo representan un alto consumo de gasolina, sino que llegan a representar un irrespeto a la población. Medidas como estas necesitan ser reforzadas y ampliadas.

Al ciudadano en general, quisiera recordarle que su evasión de impuestos y su robo de la luz agrava la situación impositiva de nuestra nación. Por otro lado, creo que éste es el tiempo de generar las protestas pacíficas, como un derecho justo del ciudadano, y como una muestra de su desaprobación a un proceso que, aunque pudiera ser necesario, necesitará de medidas relacionadas a la búsqueda de terceros culpables. Sin embargo, no creemos que es sensato pasarnos los próximos 4 años con una queja diaria en contra de un sistema que no se logró cambiar, porque a fin de cuentas eso no nos va a permitir vivir con contentamiento.

En cuanto a los cristianos, creo que nosotros debemos también ejercer nuestros derechos como ciudadanos. Sin embargo, no podemos olvidar que en el ejercicio de nuestro derecho tenemos que dejar que Cristo brille a través de nosotros. Una de esas características que el cristiano debe exhibir es contentamiento en la abundancia y en la escasez (Filipenses 4:11-12 ). Además, el cristiano no puede olvidar que el mecanismo más efectivo en causar cambios en su vida, en su familia, en su iglesia y en su nación es siempre el poder de la oración. Marchar sin orar es una pérdida de tiempo. A fin de cuentas, las condiciones finales las va a disponer Dios. El libro de Proverbios dice que “La mente del hombre planea su camino, pero el SEÑOR dirige sus pasos” (Proverbios 16:9 ). Con ésto no descarto la posibilidad de marchar pacíficamente, pero lamentablemente muchas veces pensamos que los mecanismos que el mundo utiliza para conseguir sus cosas son nuestras mismas armas de contienda, cuando en realidad el Apóstol Pablo nos recuerda que nuestras armas son poderosas en Cristo Jesús, pero no son carnales (2 Corintios 10:14 ). Un grupo de cristianos orando en una plaza pública será mucho más efectivo que una marcha pública desprovista de oración (1 Timoteo 2:1-2 ). No olvidemos que la Palabra nos dice: “Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen por Dios son constituidas” (Rom. 13:1 ).

Finalmente, debemos orar a Dios para que tenga misericordia tanto de los gobernantes como de los gobernados, para dar sabiduría a unos, y paciencia, tolerancia y contentamiento a otros. No olvidemos que la administración actual apenas tiene menos de 4 meses de instaurada, y en tan poco tiempo no podrá resolver, ni siquiera mejorar, los problemas que se han originado como resultado de múltiples administraciones anteriores.

Vía integridadysabiduria.org