¿Cuál es tu alimento o postre favorito? Se encuentra satisfacción al consumir un alimento apetecible para uno mismo, e incluso se obtiene un gran placer al sólo imaginarlo. Así mismo puede suceder con la Palabra de Dios, cuando se ha convertido en una delicia para tu vida:

“Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” Salmos 119:103 (RVR 1960)

El rey David menciona que la Palabra de Dios es como la miel, dulce al paladar, por lo cual, en diferentes partes de la Biblia manifiesta la desesperación que tenía por conocer las escrituras; aunque se encontrara en guerra o en una tribulación para él lo más importante era estar con Dios y aprender su Palabra.

“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.” Salmos 27:4 (RVR 1960)

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Una de las súplicas de David, era estar en la casa del Señor todos los días, para estar delante de su presencia y servirle.

¿Asistes a una iglesia? Si las palabras del Señor no son dulces para ti, entonces seguramente no tendrás la necesidad de escucharlas, ya sea en tu congregación o donde te encuentres. Si has abandonado el estudio de la Palabra de Dios, te animo a tomar la decisión de volver a empezar y pedirle ese amor genuino por Él.

¡Recuerda que el que ama a Dios, es el que guarda sus mandamientos!

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