Dios multiplica nuestros recursos
Uno de los secretos para caminar hacia el éxito es saber usar lo que tenemos, en lugar de preocuparnos por lo que no tenemos. Al preocuparnos caemos en malos sentimientos como la envidia y la competencia, donde comenzamos a mirar a los demás y valoramos más lo que ellos tienen que lo que nosotros hemos logrado. Es así que dejamos de advertir que todos hemos recibido un don en la vida y que es nuestra responsabilidad desarrollarlo. Por ejemplo, un mal sentimiento como la envidia, hace que pongamos nuestro centro de atención en la vida de los demás y que entremos en competencia con el riesgo de ser descalificados, resignándonos. Mientras que el verdadero secreto está en descubrir qué tenemos nosotros para ponerlo en práctica. De este modo, podemos alcanzar el éxito que tanto hemos buscado en nuestra vida. Pues Dios siempre va a estar a nuestro lado para ayudarnos a descubrir lo que tenemos a fin de ponerlo en sus manos, y definitivamente, si así lo hacemos, esto se multiplicará.
Así sucedió con Jesús, cuando frente a una multitud de más de 10.000 personas hambrientas tuvo que tomar una decisión. Jesús deseaba alimentarlos pero no tenía nada para darles de comer, excepto una pequeña vianda que alguna mamá le había entregado a su hijo para que llevara. Fue así que Jesús les pidió a sus discípulos que le dieran de comer a esa multitud con tan solo cinco panes y dos peces, el contenido de esa ración personal que el muchachito llevaba. Ante esto, sus discípulos se reían, subestimándolo. Pensaban entre sí: “¿Qué hará con tan poco?”. Pero Jesús tomó lo poco que tenía, lo levantó y le dio gracias a Dios. Milagrosamente, esos pocos panes y peces se multiplicaron, de tal forma que pudo alimentar a esa gran multitud y sobraron doce canastas llenas, mucho más que con lo que se había comenzado.
Con esto aprendemos un gran secreto: si tenemos poco no debemos de subestimarlo o maldecirlo, sino por el contrario, debemos de ser agradecidos y bendecir lo que tenemos, porque Dios lo va a multiplicar. Entrega lo que tienes en las manos del Señor y permite que Él lo multiplique. Recibirás tu porción, muchos serán bendecidos y sobrará más cestas. ¡Busca la bendición del Señor y el año entrante será de gran multiplicación!
1Después Jesús cruzó al otro lado del mar de Galilea, conocido también como el mar de Tiberias. 2Una gran multitud siempre lo seguía a todas partes porque veía las señales milagrosas que hacía cuando sanaba a los enfermos. 3Entonces Jesús subió a una colina y se sentó allí rodeado de sus discípulos. 4(Ya era casi el tiempo de la celebración de la Pascua judía). 5Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó: —¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente? 6Lo estaba poniendo a prueba, porque Jesús ya sabía lo que iba a hacer. 7Felipe contestó: —¡Aunque trabajáramos meses enteros, no tendríamos el dinero suficiente6:7 En griego Doscientos denarios no serían suficientes. Un denario equivalía a la paga de un obrero por una jornada completa de trabajo. para alimentar a toda esta gente! 8Entonces habló Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9«Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?». 10Jesús dijo: «Díganles a todos que se sienten». Así que todos se sentaron sobre la hierba, en las laderas. (Solo contando a los hombres sumaban alrededor de cinco mil). 11Luego Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron. 12Una vez que quedaron satisfechos, Jesús les dijo a sus discípulos: «Ahora junten lo que sobró, para que no se desperdicie nada». 13Entonces ellos juntaron las sobras y llenaron doce canastos con los restos que la multitud había dejado después de comer de los cinco panes de cebada. 14La gente, al ver la señal milagrosa que Jesús6:14a Algunos manuscritos no incluyen Jesús. había hecho, exclamó: «¡No hay duda de que es el Profeta que esperábamos!»15Cuando Jesús vio que estaban dispuestos a hacerlo rey a la fuerza, se escabulló hacia las colinas él solo. – Juan 6:1-15 (NTV)
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Escrito por Osvaldo Carnival, Pastor de la Iglesia Catedral de la Fe.
Robert Lora
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