Conquistando nuestro futuro

Es muy importante tener una meta, un objetivo en la vida. Si alguna vez has lanzado dardos, seguramente has necesitado tener un blanco, un objetivo hacia donde poder enviarlos. Cuando tengo una meta puedo definir hacia dónde voy, hacia dónde apunto, hacia dónde pongo mis fuerzas, mis capacidades, mis anhelos. Necesito tener un blanco, un objetivo, para enfocarme correctamente.

La gran meta del apóstol Pablo era la siguiente: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (v.12). Al estudiar la vida del apóstol Pablo, conocimos que perseguía a los cristianos, que era un religioso de la alta sociedad, un hombre muy culto, un filósofo de su tiempo. En muchas Universidades de filosofía del mundo, una de las tendencias de pensamiento que se estudia, es la del apóstol Pablo, porque era un intelectual. Sin embargo, él dijo: “todo lo tengo por basura, con tal de ganar a Cristo Jesús”. Pablo anhelaba “tomar a Jesús como Jesús lo había tomado a él”. Jesús alcanzo a Pablo con un propósito.

¿Para qué Jesús llegó un día a tu corazón? ¿Para qué conociste la verdad del evangelio? ¿Cuál fue el propósito por el cual un día abriste tu corazón a Jesús y te tocó? Pablo se preguntó a sí mismo esto y se dio cuenta que el propósito era conocerlo.

Pablo tenía metas en su vida y nos enseña que aquel que no trabaja con metas y objetivos, nunca va a alcanzar nada. Si quieres alcanzar algo a lo largo de este año, si quieres ver logros en tu vida y conquistar tu futuro, tienes que tener objetivos. La gran meta de nuestra vida es ser eternamente para Jesús. Este mismo principio tenemos que aplicarlo a las diferentes áreas de nuestra vida cada día. Es necesario tener propósitos y objetivos para poder alcanzar lo que Dios tiene para nuestra vida este año y de esa manera estar enfocados para conquistar con trabajo y esfuerzo nuestro futuro. ¿Quieres alcanzar lo que Dios tiene para ti? Prepárate, todo está listo. Enfócate en tus metas, y aférrate a Cristo, tu objetivo final.

Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con él. Ya no me apoyo en mi propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llego a ser justo por medio de la fe en Cristo. O por medio de la fidelidad de Cristo. Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe. Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos!
Avanzar hacia la meta
No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. No, amados hermanos, no lo he logrado, Algunos manuscritos dicen aún no lo he logrado. pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús. – Filipenses 3:8-14 (NTV)

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Escrito por Osvaldo Carnival, Pastor de la Iglesia Catedral de la Fe.