Hace unos meses decidí cambiar mi celular inteligente por otro, debido al alto consumo de batería que me mantenía incomunicada la mayoría de las veces.  Cuatro días después de tener mi nuevo celular, me doy cuenta  que el consumo de batería iba por el mismo camino que el anterior, entonces fue cuando alguien me dijo “no es el teléfono, son tus aplicaciones”.

Esto me puso a reflexionar sobre la vida que llevamos ahora y las tantas ocupaciones que nos asedian e hice la siguiente comparación: imaginemos que somos un “celular inteligente”, y nuestras aplicaciones son el trabajo, los quehaceres, responsabilidades ministeriales, la vida social, conyugal, familiar, los afanes, etc., etc.,  ¿Cuántas notificaciones nos llegan juntas, que de no saber priorizar,  nos consumen,  apagan y al final nos apartan de lo prioritario?.

Estamos en la era de los bombardeos sutiles, llamativos y gratuitos, algunos tienen buenos propósitos,  pero otros simplemente solo sirven para agotar energía, llenar nuestra memoria y ponernos lentos.  La palabra dice: entonces, vamos a deshacernos de todo lo que se interpone en el camino, y del pecado que se aferra a nosotros con tanta fuerza, y corramos con determinación la carrera que tenemos por delante. (Hebreos 12:1 NVI).

Determinación es lo que necesitamos en este tiempo, para elegir entre lo importante y lo urgente, para decir de manera oportuna: Si o No y para seguir adelante, no solo en lo cotidiano sino también en lo ministerial, pues a veces estamos tan ocupados en la obra, que nos olvidamos del Dios de la misma y de intimar con El, que debe ser la prioridad.

Determinación es lo que necesitamos en este tiempo, para elegir entre lo importante y lo urgente, para decir de manera oportuna: Si, No, despojarnos de cargas innecesarias, hábitos tóxicos, gente que consume y para seguir adelante, ligeros, firme hacia la meta que es Cristo, que es prioridad y al final decir como Pablo: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe 2 Timoteo 4:7.  

Agueda Suarez