¿Tienes miedo de lo angosto que se ha puesto el camino? La oscuridad de los problemas muchas veces nos impiden ver con buenos ojos una salida. Por ejemplo, cuando perdemos el trabajo y los ahorros se están terminando, cuando se sufre una enfermedad que va empeorando, cuando los intereses suben porque no alcanzamos a cubrir la deuda que tenemos y al parecer pronto dejaremos de comer.

Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos. Lucas 17:1

¿Te has dado cuenta que cuando llegan problemas serios, son muy pocos los que tienen el tiempo o el deseo de escuchar cual es la posición de Dios en todo esto? En la palabra de Dios dice que será imposible que no tengamos dificultades, lo importante es que la desesperación no nos impida que podamos buscar a Dios quién tiene una respuesta para todo.

Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:7 (RVR 1960)

¿Te volverás un necio en medio de la prueba obsesionado por tratar de arreglarlo todo? o ¿Pedirás dirección a Dios primero? Es necesaria que tu fe sea sometida al fuego, para que puedas darte cuenta como está tu estado espiritual. Esperemos que cuando ésta prueba venga seamos hallados alabando y dando gracias a Dios y no desesperados y sin deseos de creer.

Si enfrentas en éste momento una situación difícil, te animo dejar de preocuparte tanto, de quejarte o compararte con el que tiene más, dejar de arreglar las cosas con tu propia habilidad. No trates de buscarle explicación a las cosas, ponte de rodillas y empieza a confiar en Dios, confiando en que sea lo que sea, sabemos que lo que Dios resuelva es lo mejor.

Es tiempo de saber cuándo hacerse a un lado y dejar trabajar a Dios para que así Él pueda hacer los cambios necesarios en tu vida. La desesperación por tener una respuesta nos puede llevar a inmiscuirnos en lo que Dios desea hacer y traemos más problemas a nuestras vidas que soluciones. ¡Ya no luches con tus propias fuerzas, permítele a Cristo iluminar tu camino por muy oscuro que se vea!

¡Confía en Él y Él hará!

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