“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”

Cuando Jesús dijo esto en Marcos 12:30-31, la palabra “excepto..” no aparece. Entonces, si no aparece, ¿por qué a veces la hacemos parte de este mandamiento? Amar al prójimo no es opcional, es un mandato.

¿Te has preguntado por qué Jesús aclara que “no hay otro mandamiento mayor que éstos”? Sencillo; Cuando amamos a Dios y a los demás, no vamos incumplir ningún otro mandamiento (Éxodo 20).

Hablemos ahora del prójimo. Ese que nos rodea a diario; el vecino, el compañero de clases, compañero de trabajo, el amigo. Ese otro (no tan amigo) que de alguna manera u otra quiere hacernos la vida imposible, ese prójimo que nos critica, nos ofende, nos lastima. Aquel político que sabemos hace lo incorrecto, el que asesinó a su esposa, el homosexual. Nuestro prójimo el terrorista, el atracador que la otra noche nos dejó sin nada, ¿Lo amamos?

Cuando Jesús nos ordenó amar al prójimo como a nosotros mismo, no especificó raza, religión o sexo. Si es rico o pobre, gordo o flaco, alto o pequeño. Es que para Dios todos somos sus hijos, sin favoritos, SIN EXCEPCIONES!

No es fácil amar a quien nos lastima; pero si Jesús lo hizo, siendo 100% humano, nosotros también podemos. No rechacemos a nadie por su condición de pecador, Jesús también murió por esa persona. Oremos para que conozca la verdad. Si no lo hacemos nosotros, ¿Quién lo hará? Con rechazo no se ganan las almas, con amor y respeto sí.

Escrita por Jisell Flete