Cuántas veces nos pasa que por más que intentamos no olvidar lo importante lo hacemos, e incluso en ocasiones no recordamos el favor que alguien nos hizo en el momento de nuestra necesidad.
Algo similar paso con José, quizá no fue él quien se olvidó de ser agradecido con aquellos que le hicieron el bien, sino al contrario, se olvidaron de él.
José fue alguien que pasó por muchas situaciones inexplicables, pero mientras él estaba en la cárcel, conoció a personas que habían estado al servicio del rey, entre ellos, el copero y el panadero, quienes por ofender a su rey se encontraban en ese lugar.
Una noche mientras dormían, tanto el copero como el panadero tuvieron un extraño sueño, por supuesto que cada uno con lo suyo propio, por lo que despertaron con angustia en el corazón, tanto así que sus rostros denotaban preocupación, y cuando José vio sus semblantes decaídos les preguntó el porqué de su aflicción. Y ellos le respondieron: “Hemos tenido un sueño y no hay nadie que lo interprete”. Entonces José les pidió que se lo contaran, porque él sabía a quién le pertenecen las interpretaciones.
José se preocupaba por ambos oficiales, como sus sueños eran diferentes, sus interpretaciones también lo eran. Al copero le dijo que sería restituido a su posición anterior, por lo que José le pidió que se acuerde de él cuando tenga ese bien. Al escuchar una respuesta positiva, el panadero también le pidió su interpretación, pero lamentablemente las noticias no eran buenas para él. Y todo sucedió tal cual José lo anunció.
Imagino el corazón esperanzado de José al saber que podría obtener la libertad gracias al copero, quien estaría cerca del rey y le hablaría de aquel que pudo interpretar sus sueños, pero lamentablemente no fue así, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que lo olvidó.
Aunque parezca malagradecido de parte del copero, no debemos olvidar que Dios está sobre todo y fue Él quien lo permitió. Tal vez si hubiera sido liberado en ese momento, José hubiera regresado a Canaán en lugar de quedarse en Egipto para cumplir el propósito por el cual había llegado allí. O quizá no era el tiempo indicado.
Por ello no podemos culpar al copero por lo que olvidó, cuando nosotros mismos actuamos mucho más ingratamente con Dios, aún a pesar de haber prometido no olvidarlo nunca, lo hacemos. Así de mal le pagamos y más cuando nos hallamos en situaciones de alta presión o cuando realizamos nuestras actividades diarias. Muchas veces hasta parece que olvidamos de que somos sus hijos, no recordamos lo que Él ha prometido hacer por nosotros.
Si hoy te encuentras en situaciones adversas, no olvides que Dios está de tu lado, Él tiene planes más grandes para ti que simplemente salir de la prueba en la que te puedes hallar, la pregunta es: ¿En quién pones tu esperanza?
Dios dijo: «Yo no pienso como piensan ustedes ni actúo como ustedes actúan. Mis pensamientos y mis acciones están muy por encima de lo que ustedes piensan y hacen: ¡están más altos que los cielos! Les juro que así es». Isaías 55:8-9 (TLA)
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