Cuentan que un grupo de turistas en la región montañosa de Escocia quería apoderarse de algunos huevos que  estaban en un nido situado en un lugar inaccesible frente a un precipicio.

Para lograr su cometido, trataron de convencer a  un niño de bajar hasta donde estaba el nido, le propusieron atarlo a una soga que sería sostenida por ellos desde arriba. Le ofrecieron una gran suma de dinero, pero como no era gente conocida el muchacho se negó a bajar, aunque ellos le aseguraron que no pasaría nada, pues ellos sostendrían firmemente la soga.

Finalmente el muchacho dijo: La única condición que pongo para bajar es que sea mi padre el que tenga la soga.

Cuando vas a emprender nuevas cosas o estás en riesgo, ¿A quién acudes? ¿En quién está tu confianza?

La gente es propensa a fallarnos, los seres humanos somos así, por lo que depositar nuestra confianza en los hombres es un gran error. Nuestra vida, sueños, metas, familia, trabajo, todo lo más valioso que tenemos debemos entregárselo a Dios, porque Él nunca nos fallará y estará con nosotros siempre.

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Si vas a emprender algo nuevo, busca el consejo de Dios porque por muy tentadora que sea la oferta o por mucho que la gente quiera convencerte y te aseguren éxito, sólo nuestro Padre puede sostener tu vida, bendecir tus proyectos  y guardarte de las malas decisiones.

“Pero benditos son los que confían en el Señor  y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río  con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor  ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes   y nunca dejan de producir fruto” Jeremías 17:7-8 (NTV)

¡Entrégale todos tus planes a Dios, y confía en  Él porque nunca falla!

 

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