Dios puede hablarnos, pero hemos de aprender a conocer su momento; y eso requiere disciplina y paciencia. «Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios» Isaías 50:4).
El contexto de este versículo es muy importante para aprender a escuchar a Dios ya movernos en su momento oportuno. Isaías 50 comienza señalando el triste estado de Israel; y luego, Dios formula la retórica pregunta: ¿Por qué? La respuesta es que cuando El quiso visitar a su pueblo con bendición, no pudo encontrar a ningún hombre dispuesto a ser usado. Luego leemos el versículo que acabamos de citar y que proféticamente tiene que ver con la venida del Mesías. Sin embargo, el principio divino implicado en el mismo sigue siendo válido para todos los que están deseosos de escuchar y obedecer a la voz de Dios. Debemos ser disciplinados (sabios), y no sólo conocer la palabra adecuada; sino también hablar y obedecer en el momento oportuno.
El apóstol Pablo quería predicar en Asia -tenía un deseo muy grande de compartir el inigualable evangelio de Jesucristo en aquella necesitada parte del mundo-; sin embargo, el Espíritu Santo no le permitió ir. Luego quiso viajar a Bitinia, y el Espíritu tampoco le dejó; de modo que Pablo acabo en Troas. Pero por la noche, Dios le dirigió hacia Europa: esa era la voluntad divina. Miles de años después, el evangelio fue predicado en Asia. ¡Es crucial actuar en el momento escogido por Dios!.
Hace muchos años me encontraba con el fundador de la primera emisora de televisión cristiana en América; un hombre de fe que ya tenía programa de radio en California. Estando en su casa, me persuadió de la necesidad de contar con una emisora de radio cristiana en Corea del Sur. Hicimos todos los arreglos; comprando el costoso equipo y contratando al personal apropiado. Sin embargo, no logré conseguir con el permiso necesario, y oraba continuamente a Dios, pero sin resultado alguno. No era el momento oportuno. Hoy día, mis ministerios de televisión y radio alcanzan toda Corea del Sur. ¡Ha llegado el momento oportuno! Por lo tanto, esté dispuesto a obedecer, mantenga la actitud espiritual correcta, obedezca lo que ya sabe que es la voluntad de Dios, y comience a escuchar atentamente cuando ora. Tal vez el momento perfecto para llevar, a cabo sus pensamientos no haya llegado todavía, pero Dios le guiara en el camino en que deba andar. Aunque tarde, su dirección es segura: «Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, Sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envíe» (Isaías 55:11).
Dios quiere hombres y mujeres con oídos para oír lo que el Espíritu Santo esta diciendo a la Iglesia. El problema no consiste en que El haya dejado de hablar, sino en que nosotros no estamos escuchando. Es de importancia capital en cuanto a escuchar a Dios el reconocimiento de que El es un Padre amoroso y nosotros sus hijos por medio de Jesucristo nuestro Señor. Como padre de tres hijos varones, aprecio de manera especial esta Importante relación que tenemos con Dios. Aunque mis hijos se parecen entre si en el aspecto externo, son muy diferentes en cuanto a personalidad. Cada uno de ellos tiene una forma característica de escuchar y comprender; y ya que además los tres pertenecen a grupos de edades distintos, hay que tratar a cada uno de un modo diferente. Soy responsable de comunicarme con ellos de manera que puedan entender y no hablo al menor de la misma forma que al mayor. Nuestro Padre celestial hace lo mismo.
Dios desea comunicarse con nosotros aún más de lo que nosotros queremos hacerlo con El; y puesto que conoce el nivel espiritual de cada uno, nos habla como corresponde. «Su Palabra se dirige a nosotros de varias formas. Jeremías profetizó: ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?» (Jeremías 23:29). Por lo tanto, la Palabra de Dios puede dirigirse a nosotros poderosamente: como fuego que enciende una respuesta, o como martillo que rompe toda oposición; y también puede tener por objetivo nuestra mente en vez de nuestras emociones. «Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta…» (Isaías 1: 18).
Sea cual fuere la forma en que Dios prefiera hablarnos, debemos aprender a escuchar, y acordarnos de juzgar todo lo que oigamos por su Palabra revelada: la Biblia. Al apóstol Juan le preocupaba particularmente esto cuando escribió:
«Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo» (l Juan 3:24-4:1).
Así que el Espíritu Santo es capaz de dirigirnos a una sensibilidad espiritual mediante la cual podemos «probar» Juzgar) lo que oímos; y distinguir entre la guía de Dios y las voces humana o satánica. ¿Y cómo nos dirige Dios? Al igual que un cajero de banco es capaz de distinguir entre billetes falsos y verdaderos porque maneja estos últimos, también nosotros, si permanecemos en El y guardamos sus mandamientos, podemos discernir la voz de Dios. En el evangelio de Mateo, leemos: «Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos» (24:23-24). A medida que nos vayamos acercando a los últimos días, la falsa profecía abundará más y más; y Satanás intentará engañar a la Iglesia utilizando muchas voces. Sin embargo, los que aprendan a escuchar a Dios no serán engañados, porque sabrán la diferencia que existe entre El y las voces falsas. Si saben oír la voz del Señor, no podrán ser engañados por otras voces. Cada vez es más importante aprender a probar los espíritus y ser capaces de distinguir entre Dios y el diablo. Jesús continúa describiendo el estado del mundo al final de esta era, y afirma: «Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entro en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre» (Mateo 24:37-39).
El tiempo anterior a la Segunda Venida de Jesucristo se conoce como los últimos días. Los versículos que acabamos de citar describen esos días, que serán semejantes a aquellos en los que Noé construyó su arca.
Cuando se acercaba el día del juicio, la gente seguía actuando como si nada sucediera; no estaban conscientes del tiempo en que vivían. También hoy día, la gente se ocupa en sus asuntos normalmente, sin saber que se aproxima el fin del mundo. No están escuchando a la voz de Dios ni se encontrarán listos cuando venga el Señor.
Escrito por Pastor David Yonggi Cho
Robert Lora
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