Aunque tendemos a enfocarnos en los grandes eventos que ganan innumerables vidas para Dios, todo paso que demos, toda iniciativa que tengamos para Él cuenta. No es vano, no es inútil. Y Dios conoce nuestro corazón, sabe lo que viene de él, conoce nuestras intenciones.
Por lo tanto, mis amados hermanos, permanezcan fuertes y constantes. Trabajen siempre para el Señor con entusiasmo, porque ustedes saben que nada de lo que hacen para el Señor es inútil.
1 Corintios 15:58 (RVR 1960)
Siempre hay algún fruto
Es igual que la Palabra de Dios, que nunca se regresa vacía, produce frutos, será prosperada. Así mismo, todo lo que hagamos para Dios, aunque no ganemos un premio, aunque no nos aporte resultados aparentes, a alguien toca, a alguien le hace reflexionar, a alguien le llega el mensaje.
…así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Isaías 55:11 (RVR 1960)
Cuando somos apasionados por el Señor, queremos que nuestras obras, nuestra labor, sea significativa. Comenzamos el día dedicándolo a nuestro Dios. Por eso podemos estar seguros de que hasta lo más insignificante puede ser significativo. Cada momento de nuestra vida es significativo.
Toda buena obra genera frutos para Dios
Si nos salimos de nuestra rutina para ayudar a alguien, las labores que hacemos en nuestra casa para mantenerla, el invitar a alguien a cenar o merendar en nuestra casa. Todo lo que hacemos es una labor para el Señor, porque incluso si no hablamos de Él en esas ocasiones, estamos dando ejemplos de su amor.
No menospreciemos las acciones que tomemos, la manera como nos desempeñamos, las cosas que decimos porque no sintamos que producen frutos. Todo lo que hagamos en nuestro día, cuando lo hemos dedicado al Señor desde que nos despertamos, cuenta para Él y traerá provecho.
CVCLAVOZ.
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