Desde el instante en que decidimos aceptar a Jesús como nuestro Salvador, sabemos que al final del camino hay una meta esperándonos; La Vida Eterna.

¿Qué tiempo tienes conociendo a Dios? 10, 20, 30 años? O sólo unos meses? No importa. Lo cierto es que durante ese período, te han llegado situaciones en las que quisieras tirar la toalla y renunciar a todo, Verdad? Pero luego recuerdas que todas esas situaciones, ocurren por una razón.

La vida es hermosa. No obstante, dentro de toda esa hermosura, vemos a nuestro alrededor un sin número de cosas que nos afectan, tanto física, emocional como espiritualmente. Pero, ¿qué estamos haciendo tú y yo?, ¿A caso nos llamó Dios a ser solo espectadores? Si estamos aquí, si hemos tenido el privilegio de tener a Dios en nuestro corazón, si sabemos cuánto amor hace falta en el mundo, por qué no damos de lo que tenemos? Si ya lo estás haciendo, excelente por ti, sigue así. Pero si aún no, ¿Qué esperas?

¡Vamos a contagiar lo que tenemos! La Salvación es el regalo más hermoso que Dios nos ha dado, y por tal razón, quienes todavía no lo saben, deben saberlo. Y si nosotros no les decimos, quién lo hará?

No pensemos solamente en nuestra salvación. Ayudemos a que nuestros amigos, familiares, vecinos, colegas, etc, sepan que hay un Dios que todo lo puede y que les ama incondicionalmente.

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”

Escrito por Jisell Flete Adames