Que hermoso es adorar a Dios y vivir en todo tiempo en una constante alabanza al Rey de Reyes y Señor de Señores. Debemos permanecer siempre en esta actitud de gratitud y de enaltecer a nuestro Padre Celestial, esto nos llevará a las alturas y a obtener las bendiciones y respuestas del cielo.

La alabanza tiene muchos propósitos, pero tres de ellos radican en:

1. Honrar a Dios: Alabar significa postrarse, rendirse ante Dios. Cuando levantamos nuestras manos al cielo y cantamos con acción de gracia, estamos honrando a Dios, le estamos diciendo que él es el más hermoso y lo más importante en nuestras vidas. “Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre”. Salmo 100:4

2. Guerra y victoria: Cuando alabamos también entramos en una batalla en contra de todo que lo que no le agrada a Dios, en contra de todo lo que nos está haciendo oposición para recibir nuestras bendiciones. En la Biblia encontramos varios ejemplos de hombre de Dios que adoraban al Señor antes de ir a la guerra, y Dios les daba la victoria.

3. Anima al pueblo de Dios: Cuando somos adoradores en espíritu y en verdad muchos pueden contagiarse con esa alabanza. Se trata de animar a otros a que levanten las manos como sinónimo de rendición a Dios. “Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre”. Salmos 103:1. “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!” Habacuc 3:17-18

Por Andreina Fersaca