Alguien bromeó: ‘Todo equipo de fútbol podría beneficiarse de alguno de esos jugadores que saben jugar en cualquier posición, hasta de portero, que nunca fallan penaltis y que nunca cometen faltas. El problema es que están en las gradas comiendo perritos calientes…’ Todos necesitamos el consejo y la opinión de otros. Pero únicamente deberás tener en cuenta el consejo de alguien en ciertos casos:
1) Sabes que quien te juzga te quiere.
2) No te critica porque tiene algún interés personal en el asunto.
3) No es alguien que continuamente lo critica todo.
4) La persona seguirá apoyándote después de aconsejarte.
5) Tiene experiencia probada en el área en el que se permite opinar.
Lo que de verdad hiere es la crítica negativa de parte de la gente cercana. Es duro que aquellos a quien amas, admiras y respetas censuren tus ideales. Pero si quieres ver estos últimos realizados, tendrás que pagar también ese precio. Por un lado, hay que aceptar el punto de vista de otros, pero por otro, habrá momentos en la vida en que lo correcto sea no escuchar lo que dicen los demás, como apunta Stacy Allison, la primera mujer estadounidense en alcanzar la cumbre del Monte Everest: ‘Si hubiera escuchado las opiniones de la gente, nunca habría escalado el Everest.’ Si Dios te ha dado una promesa y un propósito, y si tu corazón es recto, entonces haz caso omiso de la crítica no justificada y aférrate a este versículo:
“Así que no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones de los corazones. Entonces, cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5).
Fuente: DevocionalesCristianos
Robert Lora
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