El jugador de fútbol Teófilo Gutiérrez, conocido como «Teo», quien forma parte del clubRiver Plate (equipo de Primera División de Argentina), dice que siempre le pidió a Dios tener la oportunidad de jugar en un Mundial.

“De niño siempre le pedía a Dios tener la posibilidad de jugar un Mundial. Es muy lindo, un privilegio. Me gustaría estar, disfrutarlo y después fluir dentro de la cancha. Me estoy preparando al 100 por ciento en todo para poder demostrar, aunque por ahora pienso en River, en el presente. Queremos pelear el campeonato. Sabemos que no es fácil pero podemos conseguirlo», dijo Teo.

Ese sueño estuvo en peligro de no cumplirse tras una lesión que provocó la distensión de ligamento en su rodilla derecha. Sin embargo, no pasó a mas y el colombiano se está recuperando y sí va a poder ir al Mundial a jugar con su Selección.

El River Plate tuvo un encuentro con el equipo Vélez Sarsfield, donde Teo se convirtió en el goleador del partido, clave en las últimas jornadas para que el Millonario sea hoy candidato a cuatro fechas del cierre del torneo Inicial 2014 del fútbol argentino.

Tras esa clave anotación, el goleador quien siempre lleva una Biblia en su bolso, atribuye su amistad con los goles a las empanadas de su abuelita y a un don que Dios le dio.

“Este gol es para mi abuelita que cumple años, sus empanadas me hacen cada día más goleador”. Así es Teófilo Gutiérrez, un niño de 28 años que exhibe, con cuarenta mil personas delirando a su alrededor -y la rodilla inmersa en hielo-, esa frescura inocente de darle a las arepas de su abuela la razón de su talento para el gol.

“La técnica que tengo, la alegría… Es un don que me ha dado Dios. Sé que en cualquier momento puedo ayudar a mi equipo con un gol o con un pase gol y eso genera mucha confianza en mí y en mis compañeros”.

Comienzos cristianos

La técnica, también la picardía para saber sacar provecho de cualquier situación, incluso provocando a los rivales, Gutiérrez las aprendió en las calles de La Chinita: un barrio de las afueras de Barranquilla de gente muy humilde, trabajadora, pero también cruzado por las pandillas, la violencia y el miedo.

“Era muy complicado vivir allá. Era un barrio muy vulnerable pero igual yo disfrutaba al máximo jugando a cualquier juego. Ahí aprendí a valorar la vida, a cuidarla, a ser un hombre fuerte. Mis padres me inculcaron el camino recto, el de jugar al fútbol y ser una buena persona”.

Su mamá Cristina, quien es cristiana evangélica, le trasladó la devoción por Dios. Su papá Teófilo, ex arquero del Junior, el equipo donde también se formó y jugó Teo, le regalaba pelotas de fútbol. Mientras, trabajaba de madrugada en una pescadería o molía maíz para que su abuela pudiese vender las arepas en la calle. Y esperaba ese momento mágico que llegaba cada cuatro años.

“Ver un Mundial era una emoción única. Se juntaban todos en el barrio, sacaban el televisor a la calle y veían los partidos. Me acuerdo mucho del ’98, que estaban Ronaldo, Rivaldo… A nosotros nos encanta el buen fútbol, que (alguien) acaricie la pelota, que se la esconda al rival y que disfrute en la cancha, que es lo más importante”.

Pudo haber tenido el destino de muchos chicos de La Chinita, pero ese disfrute por el fútbol terminó siendo fundamental para que hoy sueñe con ganar un título en River, hacer un granMundial con Colombia y ayudar a los niños del barrio siempre que puede. “No terminé en una pandilla porque mi familia y mis amigos me ayudaron mucho, me inculcaron esto del fútbol. Yo quería ser profesional y vestir la camiseta de mi país. Tenía un sueño y no me lo dejé robar. Por nadie ni por nada”.

Fuente noticiascristianas