Si usted ve que está cayendo en el fracaso o el pecado, examine el amor en su vida. Siéntese con el Señor y pídale que le muestre si existe disputa con alguien o si se siente ofendido por alguien. Si lo está, el diablo puede entrar y hacerle tropezar.

Como pastor, he visto eso suceder un sinnúmero de veces. Estoy predicando sobre algo, entonces algún creyente se molesta conmigo por lo que digo. Piensa que estoy equivocado y se va enfadado, y luego se entera uno que esa persona está en problemas.

Marcos 4:17 nos dice que el diablo usa esa clase de ofensas para robarnos la Palabra de nuestro corazón. El diablo hace que nos disgustemos los unos con los otros, y eso le da la oportunidad para quitarnos el tapón y dejar salir la Palabra de Dios como el agua cuando se deja correr.

No permita que esto le suceda a usted. Si oye a un predicador o a un creyente decir algo contrario a lo que usted cree y se siente ofendido, diga: «No, tú no me vas a robar la Palabra, diablo mentiroso». Luego, arrodíllese y arrepiéntase delante de Dios. Escudriñe la Palabra y escuche al Espíritu y pídale entendimiento para saber lo que debe hacer. Si todavía cree que esa persona hizo mal, ore por ella.

Recuerde, sentirse ofendido nunca proviene de Dios. Él dice que debemos estar arraigados y cimentados en amor. Así que, deje de sentirse ofendido, rechace ese sentimiento. Dese a esa persona en amor y oración, y podrá salir airoso de esa situación sin caer en el pecado.

Escrito por Pastor Kenneth Copeland.