Lo mismo sucede con la fe: si no tiene obras, está muerta. – Santiago 2:17 (RVC)
Solicitaron a mi amiga Sheila que ayudase en una actividad de la iglesia. De modo que, con mucho esfuerzo en una noche lluviosa y ventosa, llegó hasta la iglesia. Al llegar, descubrió que no la necesitaban, y comenzó el viaje de regreso a su hogar.
En el ómnibus, un hombre sentado frente a ella le preguntó: «Voy a pedirle a Jesucristo que pare la lluvia». Sheila replicó: «Creo que Jesús está más interesado en su alma». Bajaron del ómnibus en la misma parada y continuaron conversando.
Sheila le explicó gentilmente del amor, sacrificio y redención que ofrece Aquél cuyo nombre este hombre había tomado tan a la ligera. Resultó que Sheila estaba exactamente allí donde Dios quería.
La historia de Sheila me recuerda a Felipe en la lectura de hoy. Él estaba donde Dios lo necesitaba en ese momento. Felipe estaba listo para ir allí donde Dios lo guiase y estaba ansioso por compartir las Escrituras y su fe.
Solo Dios sabe cuándo y dónde tendremos la oportunidad de compartir el poder y el amor de Dios. Nuestra tarea es estar listos para seguir el llamado del Espíritu Santo al compartir nuestra fe.
Robert Lora
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