Jesús vino a este mundo y dio su vida como sacrificio por el pecado para rescatar todo lo que Adán perdió en Edén. Él vino para destruir todas las obras del diablo, incluyendo las enfer¬medades y dolencias. Cuando usted recibe a Jesucristo como su Salvador, Dios le restaura todos los derechos y privilegios que Él determinó desde el principio que fueran suyos: la comunión con Dios, la salud, la prosperidad, etc. Pero es usted quien tiene que hacer uso de esos derechos.

Recuerde que el diablo es un malhechor, y aunque Jesús ya lo despojó de su autoridad en el mundo y él ya no tiene derecho legal de matar a los hijos de Dios ni hurtar de ellos, él tratará de hacerlo siempre y cuando usted lo deje que se salga con la suya.

Usted debe hacer cumplir la derrota del diablo hablando la Palabra de Dios en fe. Ponga en práctica la Palabra ahora mismo. En el nombre de Jesús, exija que la enfermedad se vaya de usted. No se eche atrás. Resista al diablo con todas las fuerzas que usted tiene. Él se le opondrá por algún tiempo, pero tarde o temprano tendrá que huir de usted.

«Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados».Isaías 53:5