El pastor puritano Thomas Brooks dio gracias por la vida de oración de su esposa, Martha. Incluso cuando su mala salud le exigía estar en cama, en lugar de ello, Martha se desplomó en una esquina de su casa para orar. Un biógrafo concluyó que el éxito del ministerio de Brooks fue debido a la fidelidad de su esposa. Sé que muchos pastores, incluyéndome a mí mismo, dirían lo mismo.

Las esposas de los ancianos son los héroes anónimos de la iglesia local.

Sus maridos dependen de sus oraciones y las congregaciones dependen de su trabajo. Ellas pueden enseñar a los niños, llevar ministerios de mujeres, organizar estudios bíblicos del vecindario o colonia, practicar la hospitalidad, escribir libros, o dar consejo a los abatidos. Sus ministerios varían en función de sus deseos, sus dones, y las necesidades de la iglesia. Pero todas ellas apoyan al hombre que ha sido llamado a pastorear una iglesia local.

Al haber servido en el equipo de ancianos de tres congregaciones diferentes, sé de primera mano las tentaciones que enfrentan los ancianos, pero también he visto cómo las esposas de los ancianos pueden luchar. Muchas de las siguientes tentaciones son comunes en todos los cristianos, pero yo las he escrito pensando en las esposas de los ancianos. Mi propósito es animar a estas mujeres a perseverar e informar las oraciones de las congregaciones que las aman.

1. Olvidar que Dios se deleita con usted.

Si cree que ha decepcionado a su marido, es posible que también concluya que ha decepcionado a la iglesia o incluso a Dios. El peso de esta decepción puede ser aplastante y puede conducir erróneamente a preguntarse si Dios ha dejado de deleitarse en usted.

No lo ha hecho.

Regrese a las bases del evangelio. La salvación es fundamentalmente del Señor, no del resultado de su rendimiento. En la raíz, Dios se agrada de nosotros por la obra de Cristo, no por la nuestra.

2. Dejar de intentar agradar al Señor.

A medida en que pasa el tiempo es posible que crezca cómodamente en su papel como esposa de un anciano. El orgullo espiritual podría emerger a medida que se acostumbra a que la gente sepa su nombre, felicitándola por sus hijos, y dándole gracias por su ministerio.

El placer del ministerio nos puede cegar a los patrones de pecado, especialmente si nadie está hablando verdad a nuestros corazones. Tenga cuidado. No deje de “andar de una manera digna del Señor” (Col. 1:10).

3. Pensar que nadie entiende.

El liderazgo puede ser solitario. Es posible que sepa cosas que no puede compartir o tenga sentimientos de los que no quiere que nadie se entere. Observa cómo se levantan las cejas de otros cuando sus hijos se portan mal, y duele. Se cansa de tener que explicar por décima vez dónde estaba el domingo pasado. Es fácil predicarse a uno mismo, “nadie lo entiende”. Como resultado, puede aislarse a usted misma de la comunidad que Dios le ha dado para ayudarle a crecer en gracia.

En momentos como este, aférrese a la iglesia; el cuerpo de Cristo podría sorprenderle.

4. Nunca parecer débil.

Algunos de nosotros sabemos intelectualmente que “el poder de Dios se perfecciona en la debilidad” (2 Cor. 12:9), pero todavía estamos a la espera de que esta verdad penetre nuestro corazón. Podría sentir presión de “tenerlo todo bajo contro” (Por cierto: nadie lo tiene).

Al ocultar su debilidad, no solo le está dando a otros una imagen falsa de quien realmente es, sino que también está negando al cuerpo de Cristo la oportunidad de ver el poder de Dios en usted.

5. Albergar amargura.

Usted sabe mejor que nadie las reuniones nocturnas y las llamadas telefónicas que interrumpen la vida de su marido. Cuando los miembros ásperos de la iglesia toman un bocado de su gozo, usted es la que le recuerda a su esposo el evangelio. Tiene un asiento de primera fila para el pecado y la tristeza. Como resultado, puede resentir el ministerio, la iglesia, o incluso a su marido.

Si Dios ha llamado a su marido para ser un anciano, no solo puede confiar en que Dios lo sostendrá, sino que también puede estar segura de que Dios usará a la iglesia para santificarlo. En lugar de crecer en amargura, sea agradecida de que Dios ama a su marido (y a usted) lo suficiente para ponerle donde se encuentra.

6. Sobrecargarse.

Pocas personas ven las necesidades de la iglesia con la intensidad que usted lo hace. Su marido puede saber cuál es su próximo sermón o lección, pero usted sabe quién necesita una visita y quien está a punto de abandonar la rotación de la guardería. Usted puede incluso ser la primera en la fila para satisfacer estas necesidades no satisfechas.

Tenga cuidado. Su deseo de ayudar a la iglesia es aplaudible, pero no si viene a costa de su familia. Por favor, considere la posibilidad de que haya otros dispuestos a suplir las necesidades, pero que no desean interponerse ante usted.

7. Comprometerse poco.

Es posible que se haya resignado hace mucho tiempo a la realidad de que siempre habrá más trabajo que hacer que gente que lo haga. Pero, ¿se ha retirado demasiado del servicio? Aunque su ministerio principal es amar y cuidar a su familia, no tiene por qué ser la única vía de servicio.

Usted puede estar en una temporada en la que atender a su esposo e hijos es todo lo que puede hacer. ¡Alabado sea Dios que puede hacer eso! Pero cuando llegue el momento, sea abierta para servir alegremente cuando surjan las necesidades.

8. Buscar su identidad en su familia.

Puede ser una excelente esposa, madre, o abuela. En una iglesia local, las familias de los líderes tienden a vivir en casas de cristal. Como resultado, hay una tentación a no solo asegurar que la familia es perfecta (véase la tentación #4), sino de encontrar el estímulo, afirmación, gozo, y en última instancia su identidad en esa familia.

No se supone que sea así. Su identidad debe ser encontrada solo en Jesucristo. Él es suficiente.

9. Buscar su identidad en el ministerio.

Hemos escuchado de ancianos que profesionalizan el ministerio, lo usan para hacer avanzar su propio nombre. La esposa de un anciano puede enfrentarse a la misma tentación. Es bueno tener gusto estar en el corazón del ministerio de una iglesia. Es malo alimentarse del ánimo que el servicio fiel puede traer.

Sea agradecida por toda buena palabra que escuche, pero sea alimentado por el amor de Cristo que se muestra en una cruz sangrienta.

10. Dar su rol por sentado.

Usted podría estar en una temporada particularmente dulce. Puede haber una gran cantidad de unidad en su iglesia, con su marido trabajando fructíferamente como pastor sometido al Buen Pastor. La congregación que sirve podría estar viendo gente salva, líderes levantados, e iglesias plantadas.

¡Qué gozo! Tómese el tiempo para regocijarse en lo que Dios está haciendo, y para agradecerle que le permite jugar incluso un pequeño papel en una obra tan grande. E incluso si las cosas no van tan bien, qué privilegio que tiene de levantar a su marido en oración y animar a sus hermanos y hermanas con gozo a perseverar.

Te necesitamos

Mientras escribo estas palabras, estoy muy agradecido por mi esposa que durante 20 años ha orado por mi, me ha instruido, animado, y reprendido. Recientemente, mientras trabajaba a través de un comentario sobre Levítico, ella alegre y amablemente me preguntó si había estado en la Palabra también. Ella sabe que la congregación necesita un pastor que no se limita a predicar a Cristo, sino que siente su propia necesidad de Cristo. Ella lo es todo para mí. Si usted es la esposa de un anciano, su marido probablemente se siente de la misma manera.

El ministerio puede ser difícil. Satanás es deshonesto, y hará todo lo posible para atacar a la familia de un anciano. Quiere alejarle de un trabajo fructífero. Entonces, ¿qué debería hacer? En primer lugar, tenga en cuenta esta lista de tentaciones y discierna dónde está más tentada. En segundo lugar, si la tentación ha dado a luz el pecado, debe confesarlo y arrepentirse. Si usted no sabe por dónde empezar, hable y ore con su marido. Acérquese a otras mujeres de Dios en su iglesia. El consejo humano no es infalible, pero es un regalo de Dios. En tercer lugar, tenga confianza en el evangelio. La cruz de Cristo aplastó la agenda de Satanás. Asérquese a Dios con la seguridad de que Él se acercará a usted.

Nuestras iglesias necesitan más ancianos que se levanten para Cristo con verdad y gracia. Esto significa que también estamos en necesidad de esposas piadosas, que se mantengan firmes con nosotros en los tiempos que vienen.

Escrito por Aaron Menikoff
Aaron Menikoff (Ph.D., The Southern Baptist Theological Seminary) es el pastor principal de Mt. Vernon Baptist Church en Atlanta, Georgia, E.E. U.U. y autor de Politics and Piety (Pickwick, 2014).
Fuente