Lo primero que tengo que decirte es que Dios NO envío esa enfermedad a tu vida, porque dice en Santiago 1:17:

«Toda BUENA dádiva y todo DON PERFECTO viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación.«
Pero hay buenas noticias, la palabra de Dios también dice en Romanos 8:28:
«Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito.«
Eso quiere decir que aunque estés enfermo, Dios va a usar esa trampa del diablo y la va usar para tu bien. No solamente serás sanado, sino que a través de tu sanidad tu y todos a tu alrededor conocerán a Dios.
A este punto muchos me dirán: «Si Dios quiere sanarme, ¿por qué no la hecho aún?» Tal vez has ido a cientos de doctores, hecho miles de exámenes, probado cuantos tratamientos hayas escuchado, y aún sigues viviendo con esa enfermedad.
Pues hoy Dios te dice: No en las fuerzas humanas, sino en las mías. Para Dios sanarte necesita que tu fe esté puesta en Él. Porque muchas veces creemos que es un doctor o médico quien nos sanará, y no me malentiendan, Dios los usa maravillosamente para sanar a las personas, pero nuestra fe debería estar en el Señor y su PODER.
En Salmos 146:9b dice: «…pero frustra los planes de los impíos.» Y si buscamos en un diccionario la palabra impío encontraremos la siguiente definición:
Impío: 2. Incrédulo, ateo, que no respeta lo sagrado.
¡Dios frustra los planes de los incrédulos! ¿Quieres saber por qué? Porque Dios no puede actuar en la vida de los incrédulos. El frustra sus planes, para que se den cuenta que solo con la mano de Dios puedes lograrlo.
Cuando entiendas esto, verás que Dios puede hacer en un segundo, lo que médicos y especialistas no pudieron hacer en años: DARTE TU SANIDAD.