Echar toda la culpa de tus problemas a la educación que has tenido no es nada nuevo. Todo ya comenzó en el primer libro de la Biblia, Génesis, en donde se nos habla de la primera pelea entre los dos primeros hermanos de aquella primera familia. Y todos luchamos con las mismas cosas, porque todos tenemos el mismo fondo genético.

Vida del cristiano

En la primera familia disfuncional Caín atacó y mató a su hermano Abel (lee Génesis 4:8). Y el espíritu de Caín está todavía dando vueltas hoy en día. Es el que nos hace olvidar que tenemos la misma sangre en nuestras venas y que actuamos conforme a nuestros impulsos competitivos, celosos y enojados. A veces se disfrazan de cortesía y colaboración, pero por debajo de eso se encuentra el mismo y viejo espíritu de“Primero, trata de atrapar al otro”.

¿Tenemos que vivir así? No, somos productos de nuestro pasado pero ¡no tenemos que ser sus presos! “De tal palo, tal astilla”. Cuando la gente ve en tus hijos un parecido a ti, ¿no te agrada?

Ciertamente a nuestro Padre divino le complace cuando reflejamos su amor y bondad. Pablo se refiere a esto como ser “despoja[d]os del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos” (Efesios 4:22). Fíjate, no puedes reproducir las características de Cristo con tu propia fuerza. Las decisiones de Año Nuevo, la fuerza de voluntad y las buenas intenciones no son suficientes. Sólo el Espíritu del Señor puede hacer los cambios necesarios en tu vida.

Escucha: “…Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer…” (Filipenses 2:13). Hay buenas noticias: El Señor te dará el deseo y el poder para vivir una vida transformada.

Fuente: DevociocionalesCristianos.Org