Los estudiosos de la Biblia llaman a Pedro el apóstol de la esperanza, pero es una esperanza ferviente y confiada. No una mera ilusión, como muchos califican la esperanza.

La esperanza que tenemos los cristianos en Jesús es continua y expectante porque se genera en un Salvador vivo y resucitado.

Quienes hemos recibido a Jesús como Señor y Salvador tenemos la eternidad asegurada a Su lado. Tenemos esa esperanza viva que nos permite vivir en toda circunstancia, por difícil que sea, sin desesperación,  con esa paz que solo Dios nos da y que muchos no logramos entender del todo.

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos…

1 Pedro 1:3 (RVR 1960)

Esa esperanza viva es una herencia asegurada

Hemos heredado el hecho de que la muerte no nos toque. Una herencia a prueba incluso de errores, y Dios la guarda en el cielo para cuando vayamos a Él. Nada va a poder quitarnos esa certeza de nuestra herencia futura. Nada la puede contaminar, ni nosotros mismos.

 …para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

1 Pedro 1:4-5 (RVR 1960)

Una esperanza anclada en Su promesa

En un mundo tan caído que a veces no queremos ni escuchar las noticias, necesitamos de la esperanza viva para calmar nuestras mentes, nuestra alma. Estar conscientes de que hemos sido bendecidos por Dios con Su Hijo a quien envió aquí para demostrarnos Su gran amor y darnos Su promesa de vida eterna.

Podemos descansar en la promesa de que Jesús pagó el precio por nuestros pecados, Jesús nos dio acceso directo a Dios y nos prometió la eternidad a Su lado. Por eso sabemos, estamos seguros de que, siendo nuestro Salvador, es nuestra esperanza viva. Ese es Jesús.

 CVCLAVOZ.