Cuán frágil es la vida, nuestra estadía en la tierra no es eterna y de un momento a otro podemos pasar a otra existencia sin previo aviso. Salmos 103:15-16 (NTV) lo describe así:
“Nuestros días sobre la tierra son como la hierba; igual que las flores silvestres, florecemos y morimos. El viento sopla, y desaparecemos como si nunca hubiéramos estado aquí.”
Sin embargo, a pesar de la fragilidad, fuimos creados para la eternidad y nuestro diseñador extendió su misericordia del mismo modo:
“Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos; Sobre los que guardan su pacto, Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.” Salmos 103:107-108 (RVR1960)
Cualquier situación que estemos atravesando, que parezca que nunca acabará, en realidad terminará porque no estamos desamparados, y aunque los problemas nos debiliten y pensemos que nunca terminará nuestro sufrimiento, Dios ya estableció su misericordia junto a un mejor futuro para quienes lo aman; entonces, si la vida terrenal es frágil pero yo soy eterno en Cristo, ¿De qué me preocupo?
Será que Pablo comprendió tan bien este principio que por ello nos recomendó:
“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7 (NTV)
Es fácil desenfocarnos de nuestra naturaleza espiritual cuando estamos acongojados, pero la misericordia de Dios nos alcanza para recordarnos que lo tenemos a Él como el sustentador toda nuestra vida.
CVCLAVOZ.
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