Gritarles a nuestros hijos no funciona.

No funciona en ningún caso. Y te lo digo yo, que soy una «gritona en recuperación». Esta es una de las partes de mi maternidad que me gustaría esconder debajo de la alfombra…pero es tan real y tan común en las familias a mi alrededor, que debo poner el foco en este tema aun a costa de ponerlo sobre mí misma también.

Hubo días en los que me encerraba en el baño llorando porque no podía creer que hubiera perdido los nervios de esa forma con mis hijos. Hubo días en los que tuve que pedir perdón al ver sus caritas, tristes, con los ojos bien abiertos, viendo el desastre que era su madre y mi falta de autocontrol.

Esos son los días que todavía recuerdo con dolor y que me llevaron a orar por templanza y dominio propio, por paciencia, por paz, por bondad… ¿te suenan estas palabras?

Gálatas 5:22-23

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza

El fruto del Espíritu es el resultado de la obra del Espíritu Santo en mí moldeando mi carácter y haciéndolo cada vez más semejante al carácter de Cristo. Es decir, que cuando pierdo los nervios y me pongo a gritar, para empezar, estoy entorpeciendo la transformación que Dios está haciendo en mi vida.

Pero, más importante aún, más allá de los efectos que gritarles a mis hijos pueda tener en mí, el efecto que tiene en ellos es devastador.

Pensemos en cómo reaccionamos nosotras cuando una persona nos levanta la voz:

Le perdemos el respeto y la estima.

Nos sentimos humilladas y lastimadas.

Dejamos de hacer caso a lo que dice por la mala manera en la que se expresa. 

Automáticamente cierra los canales de comunicación.

O sea, gritar no funciona.

No funciona para relacionarnos entre adultos. No funciona para relacionarnos con nuestros hijos.

Educapeques.com nos da diez razones para no gritar a nuestro hijos que me gustaría compartir contigo:

10 razones por las que los padres no deben gritar a los niños

  1. Es apropiado manejar bajos decibeles  de sonido. Las palabras en tonos suaves hacen que los niños puedan entender con claridad lo que se esté diciendo, No gritar a los niños  fomenta la buena convivencia.
  1. Hablar en tono suave hace bajar el furor. Cundo un niño esté enfadado, hablarle en tono suave hará que él se detenga y cambie de actitud.
  1. Gritar agrava la agresividad. En muchas ocasiones los padres se preguntan porque los niños son tan agresivos, una de las respuestas es porque los padres los gritan de forma constante. Cuando los niños muestren agresividad no es apropiado igualarse con ellos, sino ayudarles a que se calmen.
  1. En medio de una discusión perdida se suele subir la voz. Lo peor que pueden hacer los padres es subir la voz para que sus hijos le obedezcan o dejen de hacer algo que no esté bien, ya que los gritos si causan obediencia, pero no por respeto, sino por miedo.
  1. Los gritos debilitan la autoestima de las personas, por lo cual si los padres quieren que sus hijos sean seguros deben no gritar a los niños, sino al contrario enseñarles diferentes cosas por medio de un dialogo calmado.
  1. La agresividad de los niños responde a muchas razones, entre las que se encuentran que ellos ven que sus padres resuelven los problemas de esta forma. Ante esta clase de reacciones no es apropiad gritarlos, sino ayudarlos a que se relajen, para que controlen su enojo.
  1. Gritar refleja pérdida de control. No gritar  a los niños hace que ellos se den cuenta que sus padres tienen un buen autocontrol, de lo contrario al principio  les van a tener miedo y obedecer, pero con el paso del tiempo lo pierden, haciendo que se vuelvan  desobedientes.
  1. Los niños son el reflejo de sus padres. Aunque el colegio y los diferentes contextos influyen en la personalidad de los niños, el ejemplo de los padres es de vital importancia, si se quiere que los pequeños se relacionen de forma apropiada en la sociedad, es indispensable enseñarles a respetar a los demás, una forma de respetar es no gritar.
  1. Los gritos enferman. Los niños son más sensibles que las personas adultas, por lo cual si crecen en un medio rodeados de gritos se pueden enfermar seriamente de los nervios.
  1. Los padres deben ser formadores de sus hijos. No gritar a los niños evidencia amistad con ellos y hace que los pequeños acudan sin miedo cuando tengan un problema.

Está bien saber por qué no debemos gritar a nuestros hijos, pero no quiero dejarlo aquí. Durante las épocas en las que los gritos salían de mi boca casi sin darme cuenta, me hubiera gustado saber qué hacer para no gritar en lugar de aprenderlo de la manera difícil. Así que quiero dejarte algunas ideas para que puedas dejar de levantar la voz en casa. Espero que alguna de ellas te sirva:

  1. Planifica

Haz un la lista de las técnicas de disciplina que vas a utilizar con tus hijos desde que son pequeños. Establece límites claros y comprensibles para tus hijos: esto se puede hacer, esto no se puede hacer. Y sé consistente a la hora de cumplir con las normas en casa.

Planifica también en cuanto a ti misma: qué cosas te hacen perder los nervios, cómo evitar situaciones que te descontrolan, cómo no llegar a tu limite personal, qué hacer en caso de que te enfrentes a algo que no puedas controlar… tener las situaciones visualizadas de antemano te ayuda a educar tu propio comportamiento y tus reacciones.

  1. Admite que gritar es negativo

Tu rabia puede estar justificada pero los gritos no son el mejor modo de expresarla. Encuentra otras formas para manifestar a tus hijos que estás muy enfadada y reconoce que hay momentos en que es contraproducente que sepan que estás enfadada. Respira profundo, cuenta hasta diez, da una vuelta, toma un vaso de agua… haz algo antes de comenzar a hablar que aplaque un poco tu rabia.

  1. No obligues a tus hijos a competir para recibir atención

¿Estás haciendo que tus hijos tengan un mal comportamiento sin darte cuenta a ponerlos a competir con tu teléfono, tu computadora, tu trabajo o cualquier otra cosa por tu atención? Dales tiempo de calidad sí, pero dales también tiempo en cantidad. Su comportamiento mejorará en gran manera y las situaciones de tensión disminuirán drásticamente en casa.

  1. Cuida más de ti

Esa época de la que te hablaba al principio fue cuando mi hijo menor estaba de meses, mi hija tenía dos años y el mayor cuatro. Mi esposo viajaba constantemente y yo vivía prácticamente a base de café… receta para el desastre.

Cuida mejor de ti misma para disminuir la tensión: duerme más y mejor, come bien, haz ejercicio, planifica bien tu tiempo, deja a un lado cosas que quizás no son tan importantes y te quitan tiempo, establece prioridades, no descuides tu relación con el Señor.

  1. Ora con y por tus hijos

Volvemos al principio. Ora para que el Señor pueda desarrollar en ti a plenitud el fruto del Espíritu. Ora para que haga lo mismo en tus hijos… ¡recuerda que ellos también son obras de Dios en proceso! Ora para controlar tus reacciones y las de tus hijos, ora para que sean hijos obedientes, ora por su comportamiento y ora con ellos también por todo esto. La oración tiene mucho más poder del que pensamos.

Proverbios 15:1

«La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.»

¿Qué técnicas utilizas tú para no perder el control y hablar de manera pausada aunque estés a punto de estallar? Compártelos para ayudarnos unas a otras.

Escrito por Edurne Mencia