En el momento que uno decide seguir a Jesús, se convierte en una persona nueva. 2 Corintios 5:17 (NBD) dice: “Si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” Esto quiere decir que todo nuestro mal proceder de antesya no debería existir; en cambio, debemos comenzar a imitar el ejemplo de Jesús. Filipenses 2:15 (TLA) dice: “Ustedes, como hijos de Dios, deben alejarse de la maldad y brillar por su buen comportamiento”; sin embargo, en ocasiones olvidamos este hecho y volvemos a practicar aquello que debimos dejar atrás.

En Colosenses 3:5-10 podemos encontrar una lista de conductas que un verdadero cristiano no debería hacer:

Inmoralidad sexual.

La Biblia no solo condena el adulterio (Éxodo 20:14) y la lujuria (Proverbios 6:25), sino toda inmoralidad sexual. Esto no implica que las relaciones sexuales sean malas; de hecho, Dios las diseñó para que se disfruten dentro del matrimonio. El problema con la inmoralidad sexual es que llega a ocupar el primer lugar en nuestra vida. Romans 8:6 (TLA) nos advierte que “si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, entonces quedaremos separados de Dios. Pero si pensamos sólo en lo que desea el Espíritu Santo, entonces tendremos vida eterna y paz.”

Por otra parte, 1 Corintios 6:13  (NTV) dice: “Ustedes dicen: «La comida se hizo para el estómago, y el estómago, para la comida». (Eso es cierto, aunque un día Dios acabará con ambas cosas). Pero ustedes no pueden decir que nuestro cuerpo fue creado para la inmoralidad sexual. Fue creado para el Señor, y al Señor le importa nuestro cuerpo.” Más adelante, en el versículo 18 dice: “¡Huyan del pecado sexual! Ningún otro pecado afecta tanto el cuerpo como este, porque la inmoralidad sexual es un pecado contra el propio cuerpo.” Asimismo, en Mateo 5:28 podemos ver que la inmoralidad sexual no se refiere únicamente a la acción, sino también al pensamiento.

Impureza, bajas pasiones y malos deseos.

En Marcos 7:14-23 encontramos que la maldad procede de un corazón impuro. En el versículo 15 (PDT) dice: Ningún alimento que entre en el cuerpo lo vuelve impuro a uno. Es lo que sale del interior lo que lo vuelve impuro a uno.” Al seguir a Jesús, nuestro corazón cambia y se limpia de las impurezas; sin embargo, si uno deja que los malos pensamientos tengan cabida, volverá a estar contaminado (Romanos 1:28)

Avaricia (idolatría).

Dios no condena el dinero; de hecho, a quien Dios le concede abundancia y riquezas, también le concede comer de ellas, y tomar su parte y disfrutar de sus afanes, pues esto es don de Dios” (Eclesiastés 5:19, NVI). Sin embargo, cuando el amor por el dinero supera a la devoción a Dios, entonces se convierte en idolatría. Mateo 6:24 (NTV) dice: “Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.” Por lo tanto, debemos tener un balance en nuestra vida y no dejar que el dinero o cualquier otra cosa reemplace el lugar de Dios.

Ira y rencor.

El enojo es un sentimiento momentáneo que deberías corregido rápidamente; sin embargo, cuando dejamos que la ira gobierne nuestra vida, estamos dando lugar a otros sentimientos negativos. Efesios 4:26-27 (NTV) dice: “Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle» No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo.” Un efecto del enojo es el rencor, el cual no da espacio al perdóny daña nuestras relaciones interpersonales. Eclesiastés 7:9 (TLA) dice: “Si ya enojarse es malo, guardar rencor es peor.”

Malicia y calumnia.

Nuestros pensamientos se dan con mayor velocidad que nuestras acciones; por tal motivo debemos ser lentos en juzgar y pensar mal de otros. Filipenses 2:14 (TLA) dice Hagan todo sin hablar mal de nadie y sin discutir por todo”. Y aunque la malicia y la calumnia parecen no ser tan graves como las otras conductas mencionadas en esta lista, en Salmos 101:5 (TLA), Dios nos advierte: Destruiré por completo al que hable mal de su amigo; no soportaré a mi lado al que se crea más importante y más inteligente que los demás”.

Malas palabras o groserías.

A veces justificamos las malas palabras y las groserías al decir que son una cuestión cultural. No obstante, Efesios 4:29 (PDT) dice: “No digan malas palabras, sino palabras que ayuden y animen a los demás, para que lo que hablen le haga bien a quien los escuche.” Más adelante, en el capítulo 5, versículo 4, dice: “Tampoco digan groserías, tonterías ni hagan bromas vulgares, pues no convienen; más bien, den gracias a Dios.”Recordemos que nuestras palabras son el reflejo de nuestro corazón, y si ellas no son de bien, debemos examinar nuestra vida y pedirle a Dios que tome el control.

Mentira.

Hay varios versículos bíblicos que aconsejan no practicar la mentira. Uno de ellos, y probablemente el más enfático es Proverbios 12:22, donde dice: Dios no soporta a los mentirosos, pero ama a la gente sincera.”

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