“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.”

Salmo 51:10

El deseo del corazón de Dios, es poner en nosotros más y más de su espíritu. No importa cuántos años tengas en el servicio de Dios, lo que realmente importa es saber cuál es la verdadera condición de nuestro corazón.

Es por ello que encontramos a un Dios interesado en saber realmente que hay en nuestro corazón, que nos motiva, que nos levanta, y que nos acuesta.

Es en el corazón donde encontramos las más fundamentales motivaciones que tiene una persona para hacer algo, para iniciar algo. Es en el corazón el lugar donde la Biblia nos narra que se generan los pensamientos del hombre. Y es donde Dios nos pregunta, ¿Cuál es la condición de tu corazón?

Ya que es allí donde decidimos si seguir o rendirnos, si quedarnos caídos o levantarnos, si contaminarnos o no.

En Proverbios 19:21 dice; “Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá.” 

Tengo unas preguntas para ti;

¿Qué cosas están permaneciendo más que  aquellas que son verdaderamente importantes?

¿Hay celos, remordimientos, amargura, odio por algo o por alguien?

¿Estas amando más a esa adicción que a las personas que te rodean?

¿Decides vivir en santidad un domingo y al martes o miércoles estas otra vez hundido en pornografía?

Si notas que hay ciertas cosas que se han estado inclinando hacia lo torcido, es tiempo de evaluar tu vida y pedirle a Dios con todas tus fuerzas que pueda renovar tu corazón con su amor, y darte nuevas fuerzas para seguir batallando en este mundo.

¿Dónde nos perdimos?

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.”

Génesis 6:5

Cuando Dios miraba a su creación, solo encontraba hombres amantes del deseo, hombres amantes de sus pasiones y de sus mentes perversas. Hombres que iban detrás del deseo de sus ojos, que codiciaban lo prohibido, que corrían tras la lujuria y la inmoralidad.

Muchas veces hemos vivido de la misma manera, hemos amado más el deleite de nuestros ojos, que el verdadero deleite del corazón, que solo se encuentra en Dios. Hemos amado lo torcido, lo que no edifica, hemos tratado de llenar nuestros ojos, pero solo nos perdemos más en la lujuria que hemos abrazado.

Nos hemos conformado en tener ojos vagabundos, ojos infieles, ojos que aprovechan el mínimo descuido de una mujer, para poder ver entre su escote, hemos sido secuestrados por la masiva publicidad sexual de nuestro medio. Y ahora estamos en un punto donde encontramos muchos hombres, hundidos en adicciones sexuales, masturbación compulsiva y mente perversa. Totalmente ajenos a la vida de Dios, a esa vida que Dios quiere que vivamos.

Inicia la operación

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”  

Ezequiel 36:26-28 RV1960

Estamos necesitados que Dios haga un trasplante de corazón en nuestras vidas, necesitamos entregar ese corazón perverso que se ha contaminado de tanta corrupción, de tanta pornografía. Necesitamos ser lavados totalmente, y para ello necesitamos retomar el camino de regreso a la integridad, paso a paso, comenzando con pelear con la pureza de nuestros pensamientos y por la pureza de nuestros ojos.

Dios quiere poner en nuestro corazón sus mandamientos, para que podamos enseñar a otros y quiere poner sabiduría, para que podemos guiar a otros en la lucha por nuestra integridad.

Así como encontramos las formas para pecar, podemos encontrar las formas para levantarnos. Quizás nunca nadie nos advirtió de las consecuencias fatales que trae consigo el consumo de pornografía, pero gracias a Dios, hoy en día existe mucha información al respecto. Ya no podemos alegar ignorancia, y decir que nadie nos dijo nada. Dios hará la parte de restauración que le corresponde, pero el también espera que tu hagas tu parte. Y es de apartarte de TODO lo que te contamina, de todo lo que te hace sentir culpable.

Ya basta de ser un COBARDE, de dar vueltas y vueltas en ese mismo pecado, en esa misma oscuridad. En momento de levantar tu cabeza al cielo, empeñar tu palabra de HOMBRE que dará hasta su último esfuerzo por mantenerse puro y santo. No será nada fácil, porque si fuera fácil cualquiera lo haría.

“Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón”

Proverbios 3:3

Recuerda esto. Una vez que Dios ha hecho un cambio en tu corazón, lo único que te pide es que cuides tu corazón, que cuides todo lo que le permites entrar. Cuidar cada mirada, cuidar cada pensamiento. La batalla por la pureza sexual no es fácil, tampoco es para cobardes. Esto se trata de levantarse TODOS los días con una firme convicción de corazón de no contaminarse más. Quizás fracases en el intento, pero vuelve a intentarlo, como la primera vez.

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.”

Proverbios 4:23

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