En los años 70, tuve un momento crítico en mi caminar con Cristo. Todo comenzó con 2 Samuel 7, que me inspiró a imitar al rey David. Él pasaba tiempo a solas con Dios, ofreciendo alabanzas y acciones de gracias. También escuchaba cuando el Señor le mostraba la verdad y le daba una visión del futuro. Por lo que aprendió, David pudo establecerse metas y ajustarse a ellas.

Deseando esa clase de aislamiento espiritual, pasé varios días solo. La mayor parte del tiempo estaba en silencio, tratando de escuchar con atención la voz de Dios. Le pedí que me hablara en cuanto a mi futuro, y Él respondió. Utilizando un diario, escribí las metas que me dio. Lo que me comunicó influenció de tal manera mis decisiones y me bendijo tanto, que seguí con esta disciplina cada dos meses. Hablemos de cómo podemos establecer metas de esa manera.

Primero, venga ante el trono de Dios con un corazón arrepentido, con alabanza y con acción de gracias. Segundo, pídale dirección en cuanto a su vida espiritual, su trabajo y su familia. Estando en silencio, espere con paciencia y atención; mientras lee y medita en la Palabra de Dios, Él hablará. En la mayoría de los casos, su guía se experimenta como un toque o un sentimiento de convencimiento en el corazón. Cuando eso suceda, asegúrese de escribir lo que está «escuchando» para poder analizarlo después.

Para mantenernos en el camino que Dios quiere para nuestras vidas, debemos detenernos, preguntar, y prestar oídos a la orientación que el Espíritu Santo tiene para nosotros. Estas conversaciones con el Señor son vitales para tener una vida espiritual victoriosa.

Pastor Charles Stanley