Joseph Pulitzer nació en Hungría en 1847 y emigró a Estados Unidos en 1864. Sus deseos de prosperar lo condujeron a introducirse en la escena periodística de Nueva York, lo que logró concretar comprando un diario matutino llamado El Mundo.

Como director general introdujo numerosas innovaciones como las tiras cómicas, la cobertura permanente de acontecimientos deportivos o suplementos especiales de ocio y moda.

Todos los segmentos de su periódico contenían desde algunos títulos sensacionalistas hasta el  periodismo de investigación, siempre centrado en la denuncia de la corrupción dentro de los ámbitos que abarcaba. Pero desde 1890, Pulitzer delegó la dirección editorial de sus publicaciones por problemas de salud que después terminarían por cobrarle la vida.

En su testamento cedió buena parte de su fortuna a la creación de la Escuela de Periodismo en la Universidad de Columbia y al establecimiento de los galardones anuales a las diferentes labores periodísticas. El premio Pulitzer es hoy en día uno de los galardones más prestigiosos entre los que se conceden en el ámbito estadounidense.

El interés específico de Joseph Pulitzer para crear una escuela de periodismo y otorgar premios a quienes se destacan dentro de este ámbito, fue con el propósito de motivar a los trabajadores de la prensa para que continúen luchando arduamente por el progreso y avance de esa profesión, ya que después de haber dejado parte de su vida dedicada a informar, consideraba el periodismo como una tarea noble, inigualable e importante para influenciar.

Los Premios Pulitzer son otorgados ininterrumpidamente desde 1917 por la Universidad de Columbia en 21 categorías que abarcan desde el  teatro, literatura y periodismo de investigación, hasta fotografía, ensayo, crítica y ficción.

Algo similar pasa en el reino de los cielos.

Deuteronomio 7:9 dice: “Reconozcan, pues, que el Señor su Dios es el Dios verdadero, que cumple fielmente su alianza generación tras generación, para con los que le aman y cumplen sus mandamientos” Versión DHH

Dios es un padre cuya generosidad, misericordia y amor, son reflejadas constantemente por medio de bendiciones derramadas sobre sus hijos con la intención de motivarlos a tomar las decisiones de sus vidas en base a sus mandamientos escritos en la biblia.

Levítico 26:3-11 habla de las grandes bendiciones con las que Dios premia a quienes lo buscan y obedecen sus leyes. Por otro lado, Levítico 26:3-11 hace mención de la paga para quienes no les importa cumplir sus leyes y no tienen temor.

Desde un plano de madurez espiritual, en todo podemos ver la bondad de Dios. Por un lado, nos extiende la mano mostrándonos los premios que recibiremos por nuestra fidelidad y obediencia, y por el otro, busca motivarnos a hacer lo correcto advirtiéndonos de las consecuencias que llegan por la desobediencia. Tal es la actitud de un padre que habla con su hijo y le muestra las recompensas que obtendrá por su obediencia y el castigo que podría recibir si desobedece.

Pulitzer, siendo periodista, buscó premiar en 21 categorías a todo el que logre destacar dentro de esa profesión. De la misma manera, nuestro Padre en los cielos busca dar recompensas a sus hijos a través de Jesús premiándolos por su fidelidad, por vivir con temor de su nombre y por tener siempre presente su palabra en la toma de cualquier decisión.

1 Corintios 15:58 “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (RVR 1960)

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