La investigación de la Universidad de Harvard siguió a 75.000 mujeres durante un período de 20 años.

EE.UU.-La mayoría de las personas que asisten a la iglesia es por motivación espiritual. Sin embargo, los investigadores de Harvard encontraron que la asistencia regular a la iglesia también puede fortalecer la salud física y mental, y especialmente a los que están casados.

En pocas palabras, el estudio muestra que las personas que practican su religión son más felices y saludables en comparación con las personas que no asisten a las reuniones religiosas.

El material se puede leer en su totalidad – en inglés – aquí.

Los investigadores estudiaron a casi 75.000 mujeres durante un período de 20 años. Las mujeres que participaron en más de un servicio a la semana tienen un riesgo de mortalidad de un 33% menor y viven un promedio de cinco meses más que las mujeres no religiosas.

Las mujeres asiduas a los cultos tienen un riesgo 27% menor de morir por enfermedades del corazón y el cáncer. Cuando se trata de la salud mental, el riesgo de padecer depresión fue 28% menor en comparación con las personas que no asisten a los servicios religiosos.

Lo que más llama la atención, es la gran diferencia entre religiosos y no religiosos en la incidencia del divorcio. Las mujeres que asisten a la iglesia son 47% menos propensas a divorciarse.

El Dr. Tyler J. VanderWeele, de los Departamentos de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, quien dirigió el proyecto, dice que las enseñanzas religiosas apuntan al matrimonio como algo sagrado. Obviamente, esto influye en estos números. Sin embargo, no es el único aspecto.

En general, las iglesias dan un fuerte énfasis en que las personas deben poner las necesidades de los demás por encima de las propias. Esto influye positivamente en la calidad de la vida conyugal y disminuye la probabilidad de divorcio.

Aun así, a VanderWeele le llama la atención sobre el hecho de que todos estos aspectos no pueden ser ignorados. Después de todo, Harvard no fue la primera institución en mirar las consecuencias de la fe en la vida cotidiana. “Varios estudios encontraron resultados similares. Otras investigaciones han demostrado cómo la familia en actividades religiosas tales como hacer oraciones juntos, están asociados con la calidad de vida, ya que ayudan a las parejas a manejar constructivamente los problemas”, concluyó.