Encuestas muestran que cerca de dos tercios de los hombres estadounidenses ven pornografía regularmente. La estadística es casi igual para los cristianos, aunque muchos pastores no quieren creer que eso ocurre en su iglesia. Pero un pastor de la Florida sí lo cree y dice que es tiempo de que quienes están en el púlpito despierten y luchen contra esta inundación de material pornográfico.

El pastor Jay Dennis, de la Primera Iglesia Bautista Lakeland alerta sobre una de las epidemias más ocultas en el cristianismo.

“Creo que 80 por ciento de los hombres en las iglesias luchan contra la pornografía de una u otra forma”, dijo Dennis.

Sin embargo, dice que muchos predicadores no lo creen o no reaccionan.

Uno de los problemas sobre ésta adicción – que consume a más de la mitad de la Iglesia – es cuando pocas iglesias están dispuestas a hablar y luchar con esto.

Trena Mewborn, directora de consejería en la Primera Iglesia Bautista de Lakeland dice que la falta de acción es parte del plan diabólico para que los cristianos se sientan aislados.

“Nadie en la iglesia lucha contra esto. Nadie dice: ‘véanme, realmente soy un pervertido o un degenerado’”, dijo Mewborn.

Su iglesia enfrenta el problema con una serie de libros y un DVD que presenta a miembros de la iglesia que fueron adictos o luchan contra el porno.

“Lo que hace la pornografía es mantenerlo a uno encerrado, como un esclavo, en secreto”, comentó Tom Wolfe, de la Primera Iglesia Bautista Lakeland.

“Tenía miedo, me avergonzaba y temía que si le decía a alguien, no me iban a comprender o pensarían que yo era un fenómeno”, expresó Bonnie Hicks, de la Primera Iglesia Bautista Lakeland.

Imagine si tuviera una iglesia llena de hermanos y hermanas a quienes recurrir, confesarse y recibir apoyo.

“Se dice que no se debe hablar de esto en la iglesia pero es exactamente dónde se debe hablar. Debe ser traído a la luz, porque cuando sale a la luz puede ser sanado”, dijo Desiree Smith, de la Primera Iglesia Bautista Lakeland.

“No estás solo. Es un problema en todos lados, en cada iglesia”, comentó Mewborn.

Por eso el pastor Dennis quiere que al menos un millón de hombres cristianos prometan, en su página web, que vivirán libres de pornografía.

Él dice que un momento crucial de su iglesia ocurrió una noche cuando le pidió a sus varones levantarse si luchaban contra el porno.

«Tenemos asientos de cine y recuerdo que con mis ojos cerrados escuchaba esos asientos golpeando al levantarse y sonaban como cadenas siendo rotas”, relató Dennis.

Dennis cree que la confesión pública y la recuperación de esos adictos trajo un avivamiento a su iglesia. Su director de consejería siente que el mismo resultado puede darse en cualquier iglesia dispuesta a unirse a la lucha.

“Las iglesias deben de decir: ‘debemos ser el hospital, ser quienes piensen en cómo ayudar a éstas personas”, comentó Mewborn.

Dennis sostiene que es una decisión salvadora que cada cristiano debe tomar.

“Ningún hombre entra en esto sabiendo: ‘voy a destruir mi vida, voy a arruinar mi matrimonio, voy a manchar mi testimonio’. No creo que ningún cristiano piense eso al inicio. Pero ese es el resultado”, aseveró Dennis.

La adicción de Greg Dyer lo siguió hasta el matrimonio.

“Siempre fue parte de mi vida la pornografía. Incluso cuando conocí a Cathy, la pornografía seguía en mi vida. Y eso llevó a años de mentirle”, indicó Dyer.

Pese a su cristianismo, la pornografía lo llevó a salir de casa y tener una aventura con una compañera de trabajo.

“Veía a las mujeres como objetos sexuales no como personas. Así que cuando una chica se hacía disponible para mí, no era gran cosa”, recordó Dyer.

Tras siete años de matrimonio, Cathy se sorprendió al descubrir la doble vida de Greg.

“Fue muy impactante para mí. Me tomó mucho tiempo comprender que ese era Greg”, relató Cathy Dyer, esposa de Greg.

Ella entendió la severidad de su problema tras estudiar cómo la pornografía es tan adictiva como cualquier droga.

“No hay mucha diferencia en la sinapsis que ocurre en el cerebro cuando se ve una imagen pornográfica o se consume cocaína”, dijo Cathy.

“Exactamente la misma reacción química ocurre en el cerebro cuando una persona es adicta a la pornografía o adicta a la heroína”, indicó Mewborn.

Greg se desesperó cuando oyó a Dios decirle que ya no lo iba a proteger más.

“Sabía que la presencia de Dios estaba en mi vida, y en ese momento se fue. Eso me asustó tanto que entré en razón», dijo Greg.

Durante meses de lucha y dolorosa consejería, el matrimonio Dyer eventualmente logró restablecerse.

“Creo que realmente empecé a ver a Greg a través de los ojos de Dios”, aseveró Cathy.

Cathy escribió un libro, junto al pastor Dennis, sobre cómo las esposas cristianas pueden ayudar a sus maridos a ser libres y Greg testifica que no hay nada más dulce que ser libre de la pornografía.

“Me dominó gran parte de mi vida, pero ya no siento que siga siendo mi dueño”, concluyó Greg.

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