Si no te ríes a menudo, si ya no disfrutas el sol, si ya no silbas mientras caminas, si la felicidad ajena te molesta, es muy probable que sufras de ansiedad.

Cuando tienes ansiedad agrandas los problemas y vives preocupado y con miedo por cosas que nunca van a pasar. Pero debes confiar en el Señor y guiar tu vida por las palabras que escribió Pablo a los filipenses: ‘no se inquieten por nada’.

Piensa todo lo verdadero, lo respetable, lo justo, lo puro, lo amable, lo que es digno de admiración y elogio, y la ansiedad se irá y vendrá una paz que sobrepasa todo entendimiento. Un mensaje para atesorar.