Nuestro Señor Jesucristo en una ocasión, refiriéndose a los religiosos de su tiempo (los fariseos), dijo: Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí. En otra oportunidad dejó por sentado que Por sus frutos los conoceréis.  La República Dominicana considerada una nación eminentemente cristiana, con tantas festividades religiosas, donde todos decimos ser «cristianos»,  aun los que nunca han leído la Biblia ni han visitado un templo; es un vivo ejemplo del fariseísmo de este tiempo. La desintegración en el seno de nuestras familias, la proliferación descontrolada de mensajes nocivos y libertinos en los medios de comunicación, así como el mal ejemplo de nuestras autoridades políticas, militares y hasta religiosas nos han sumido en un infierno en el que nos quemamos cada día. Alejarnos de los principios que Dios nos dejó como legado en sus Sagradas Escrituras es lo que ha originado la ola de violencia que cosechamos en los actuales momentos en nuestro país. La inversión de valores, llamando a lo malo bueno o haciéndonos indiferentes a lo que ante nuestros ojos estamos viendo es lo que descalabra a nuestra sociedad. La impunidad, la desfachatez, el sinismo exhibido por nuestros políticos, la complicidad con los corruptos,  el hacerse trajes a sus medidas para auto protegerse y proteger a los suyos, es causa de indignación en nuestra gente, incentivando el andar como chivos sin ley. El irrespeto a nuestra Constitución, cimentada bajo principios éticos y morales, es lo que hace que influencias extranjeras nos impongan o pretendan imponernos cosas que atentan contra nuestras buenas costumbres. Volvernos a Dios de corazón, acudir urgentemente a Dios en oración sincera, ajustarnos a sus principios (por anticuados que puedan parecerles a los liberales), dedicarle más atención a nuestros niños preocupados por su desarrollo integral, comprometernos con levantar familias sanas y saludables conformes al diseño original de Dios; es lo que garantizará los cambios que espera con ansias nuestra sociedad. Paraos en los caminos y preguntad por la senda antigua, y andar por ella; nos dice el Señor. Aún estamos a tiempo. Se necesita voluntad en nuestras autoridades, y en nosotros mismos de manera particular. Basta ya de hipocresías no nos demos por vencidos. Nuestros ciudadanos merecemos vivir en un país que nos dé garantías República Dominicana es una tierra bendecida por Dios, no seamos sus habitantes usados por el enemigo para maldecirla. Sembremos cosas buenas, para que cosechemos cosas buenas.  Construyamos un país, donde Dios ocupe de verdad el primer lugar, haciendo honor a nuestro lema: Dios, Patria y Libertad. Pero no convirtiendo nuestra libertad en libertinaje; sino haciéndonos siervos de nuestro Señor Jesucristo, la Verdad que nos hace verdaderamente libres. Y si el Hijo (Jesucristo) nos libertare seremos verdaderamente libres.

Alexis Rodríguez