Tu destino es demasiado grande para permitir que lo que alguien te hizo evite que sigas adelante. Cuando perdonas liberas un prisionero, el prisionero no es la persona que te hirió; el prisionero eres tú. Cometemos el error de ir por ahí amargados y enojados por lo que otros nos hicieron, pero lo único que estamos haciendo es permitir que aquellos que nos hacen daño controlen nuestra vida. Los otros no reciben dolor por tu enojo, solo te estás afectando a ti mismo.

Suscribete en el canal de BlogsVida