Aunque muchos tienen la buena intención de ayudar cuando dan algún consejo, hay que considerar que es mejor estar seguros de que lo que recibimos es conforme a los pensamientos de Dios.

El autor de Hechos 17:11 (NTV) resaltó la actitud de la gente que escuchaba a Pablo y Silas: “Los de Berea tenían una mentalidad más abierta que los de Tesalónica y escucharon con entusiasmo el mensaje de Pablo. Día tras día examinaban las Escrituras para ver si Pablo y Silas enseñaban la verdad.” Así mismo debemos actuar, comprobando todo con la Palabra.

Si pasamos por dificultades económicas, problemas en el matrimonio, rebeldía con los hijos, adicciones, decisiones importantes, noviazgo, absolutamente para todo tenemos las Escrituras como guía de vida.

Proverbios 11:14 (LBLA) dice: “Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria.” Consideremos que dice “buen consejo” ¿Quién lo da? Alguien temeroso de Dios y que tiene la Palabra como fuente de sabiduría.

No se trata de desconfiar de quienes nos quieren apoyar con su consejo sino de ser precavidos, y de confiar en la Biblia, pues 2 Timoteo 3:16 (TLA) dice: “Todo lo que está escrito en la Biblia es el mensaje de Dios, y es útil para enseñar a la gente, para ayudarla y corregirla, y para mostrarle cómo debe vivir.”

Cuando necesites de dirección, busca ayuda, consejo; sin embargo, comprueba que sea de acuerdo a lo que Dios insta en su Palabra.

¿A quién acudes para pedir consejo?

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