Con tanta presión que el mundo ejerce, en muchas ocasiones las personas pierden de perspectiva lo que realmente es importante. Nosotros los artistas del reino de Dios estamos más suceptibles a ello debido a las definiciones de éxito con las que nos bombardea la sociedad. Es por eso que debemos preguntarnos constantemente: ¿A qué realmente estoy llamado?

Nosotros estamos llamados a ser fieles. En todo lugar, en todo momento, tenemos que ser fieles a lo que el Espíritu Santo nos dice.

Veamos dos Escrituras Bíblicas que nos ayudarán a mantenernos fieles.

1 Corintios 4:1-2: “Por tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel”.

Mateo 25:23: “Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”

Ahora, ¿Cómo podemos mantenernenos fieles?

Tienes que estar claro de que eres el administrador, no el dueño.

El ministerio es de Dios, tus talentos son de Dios, tú eres de Dios. A fin de cuentas TODO le pertenece a Dios. Nosotros administramos aquello que Él nos ha confiado. Esta perspectiva de administración nos abre los ojos a la gran responsabilidad que tenemos frente a nuestro Padre celestial.

Tienes que estar claro de que rendirás cuentas a Dios.

En algún momento todos estaremos delante de Dios rindiendo cuenta por nuestras acciones y nuestras palabras. En Mateo 25:23 vemos cómo le habló el señor a uno de sus siervos, mientras arreglaba cuentas con ellos. Eso mismo ocurrirá con nuestros. Su señor describió al siervo como un “buen siervo y fiel”. Ese tipo de clasificación es la que debemos aspirar recibir cuando rindamos cuentas.

Tienes que estar claro de que estás trabajando para el Señor.

A la hora de la verdad, no estás trabajando para el pastor, para los líderes ni tampoco para tu jefe. Estás trabajando para nuestro Señor Jesucristo. Haz toda tarea, grande o pequeña, con esa convicción y verás como tu nivel de fidelidad aumenta considerablemente y disfrutarás todo lo que haces.

Tienes que estar claro de que tú no controlas los resultados.

El resultado final no está en nuestras manos, está en las manos de Dios. Nuestro trabajo es ser obedientes a las indicaciones del Espíritu Santo sin importar los resultados finales de nuestros esfuerzos.

Tienes que mantener una perspectiva del Reino.

Es importante que estés consciente de que el sistema de esta Tierra es totalmente diferente al sistema de nuestro país natal, el cielo. Los principios del Reino de Dios son los que nos gobiernan, no los de esta Tierra.

En esta Tierra el mayor es el que más poder, dinero, autoridad o influencia tiene. En el Reino, el mayor es el que sirve. Es por ello que tenemos que valorizar todo y a todos desde una perspectiva de Reino. Cada persona es importante. Cada tarea es importante. Trabajamos en sinergia, no en competencia. Sobre todo, nuestras métricas de éxito están basadas en nuestra fidelidad, nuestro corazón, no en el dinero, la fama o el resultado terrenal que obtengamos.

Servimos porque sí. Porque es parte de nuestra naturaleza. Y somos fieles a nuestro servicio, porque nuestro Rey se merece eso y mucho más.

Tienes que estar claro que la satisfacción del deber cumplido es recompensa en sí misma.

Como la mayoría de los cristianos, creo fírmemente en el principio de siembra y cosecha. De igual manera, creo que muchas personas hacen su trabajo en el Reino, pensando en la recompensa que tendrán debido a ello y no necesariamente por amor a nuestro Rey.

Es por eso que es importante que entendamos que para nosotros debe ser suficiente recompensa haber cumplido con nuestro deber de la mejor manera posible. ¿Por qué? Porque como dice mi pastor, “la satisfacción del deber cumplido es recompensa en sí misma”.

Para cerrar, me gustaría compartirte un último verso Bíblico. Cuando lo leas, presta atención a la manera en que se describe a Caleb y Josué, y verás la razón por la que ellos fueron los únicos de su generación que entraron a la tierra prometida. Luego imagina cuánto más hará Dios con nosotros cuando nos comportemos como ellos.

Números 32:11-12: “Los hombres que subieron de Egipto, de veinte años para arriba, no verán la tierra que prometí con juramento a Abraham, Isaac y Jacob, por cuanto no me han sido fieles, excepto Caleb hijo de Jefone, el cenezeo, y Josué hijo de Nun, que fueron fieles a Jehová.” 

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