Ser madre no es nada fácil. Sin embargo, las madres tenemos una gran herramienta para lograr ser mejores personas y esto es gracias a la crianza de los hijos. La crianza de los hijos, es una gran oportunidad para crecer espiritualmente.

Si como madres no tenemos la paciencia suficiente para bregar con nuestros hijos (que son las personas que más amamos en este mundo) cómo vamos a tener paciencia para bregar con las demás personas. Y no solo se trata de paciencia, se trata de tolerancia, compasión, disciplina, perseverancia, fortaleza y amor, entre tantas otras cosas.

Pero esta vez escribiré sobre de la falta de paciencia. Madres, no dejemos que nuestros hijos nos saquen el monstro, permitamos que saquen lo mejor de nosotras. Cuando sintamos que explotamos y que nuestros hijos nos llevan al límite, debemos analizar primero cómo estamos nosotras, antes de señalar lo que ellos están haciendo mal. Esta frase que les voy a compartir me hará explicar mejor el punto al cual quiero llegar.

“El ambiente en tu hogar dependerá del estado en el que se encuentra tu corazón, no de cómo se comporten tus hijos”. Andy Stanley

En estos días leí esta frase y me confrontó, porque devela una gran verdad. La biblia nos dice: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23). A veces queremos ser las más espirituales, compasivas, tolerantes, pacientes y amorosas con las demás personas, mientras nuestro hogar carece de todo eso. Si eso es lo que estás viviendo, puede ser reflejo de que tu corazón no está bien cuidado. Piensa en las veces que reaccionas de manera negativa ante algún comportamiento de tus hijos, ¿realmente merecía tanto drama? Nuestra reacción es el reflejo de cómo está nuestro corazón.

Es por esto que les quiero compartir ¿Qué podemos hacer?

  1. Sé que todas, en algún momento, sentimos que se nos acaba la paciencia. Porque para manejar a los niños se necesita mucha paciencia. Sin embargo, antes de explotar con ellos, busquemos la manera de manejar nuestro enojo, frustración, impotencia, tristeza o cansancio de alguna otra manera que no sea desquitándonos con nuestros hijos. Cada una de nosotras tenemos una manera en la que podemos relajarnos y canalizar esas emociones que tanto daño nos hacen.
  2. Recordemos que lo que hagamos hoy, marcará el futuro de nuestros hijos, en quienes se convertirán (emocional, sicológica y espiritualmente). Cuidemos la manera en que le hablamos, también de qué hablamos y la manera cómo hablamos. Seamos sabias en nuestra manera de actuar, ya que ellos imitan todo lo que ven. Siempre, siempre, siempre vivamos, de tal manera, que seamos ejemplo tanto de lo que decimos, como de la forma en que vivimos. Si ponemos todo esto en práctica podremos ver cambios.
  3. Pero para experimentar una transformación real en nuestra vida y en nuestro hogar tenemos que comenzar por cuidar nuestro corazón. Y ¿cómo cuidamos nuestro corazón? Teniendo una relación real con Jesús. Él es único que tiene el poder de mantener nuestro corazón en óptimas condiciones, para que podamos ser la mejor versión de nosotras mismas. Si tienes una relación con Él, todas tus demás relaciones mejorarán.

Mujeres, tenemos una tarea… que nuestros hijos conozcan a Jesús a través de nuestros actos.

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